En 1810 el Maestro Beethoven enfrentaba
a sus cuarenta años tres grandes problemas: enfermedad, sordera y soledad.
Al
genio de Bonn le quedaban diecisiete años de vida, pero en ese entonces estaba deprimido.
Como él
mismo lo escribió, superó
sus males apoyado en sus valores y su amor apasionado por la música.
Beethoven
es un emblema de lo que
puede el ser humano cuando apela a lo mejor de sí.
Los
últimos doce años de su vida estuvo
totalmente sordo y solo, pero no dejó de componer.
De
hecho su formidable y sublime Novena Sinfonía la compuso en 1824, tres años antes de su partida.
Es una expresión admirable de su
genialidad y un testamento de esperanza y amor a la vida.
Ojalá te deleites con el último movimiento y te eleves con el coro a una
dimensión de luz, fuerza y
misticismo.
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