Una buena parte de tus problemas
dependen de una sola decisión: saber elegir entre lo que te gusta y lo que
realmente necesitas.
Hay cosas que te gustan y no te hacen
daño y hay otras que no necesitas y te alejan del amor y la felicidad.
Esto lo
aprendió bien un discípulo que en cierta ocasión se le quejó al Señor
diciéndole:
“Estoy
sin empleo, vivo de arrimado donde un pariente, no tengo dinero y a mis padres
les sobran los bienes, ¿qué
pretendes de mí?
Y el
Señor le habló dentro de su corazón con voz muy clara: “Hijo mío, ¿cuándo te ha faltado lo
necesario?”¿Dónde está tu fe?”.
Palabras
que son para ti y te
invitan a no perder la paz si vives presionado por la codicia o las
apariencias.
Piénsalo bien y acepta que tus
tensiones jamás nacen de lo necesario sino de necesidades innecesarias. Vuelve a lo simple y tendrás paz y armonía en el alma.
Es
obvio que cuesta mucho superar ciertas pruebas, pero Dios nunca nos dijo que su senda era de rosas o de
miel, y una cruz lo recuerda bien claro.
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