La
educación puede contribuir al desarme interior. Debe inculcar los valores
humanos que promueven la compasión, la calidez y el aprecio de la necesidad del
diálogo.
El
tiempo siempre se mueve hacia delante y ninguna fuerza puede detenerlo. En cada
momento, tenemos la opción de usarlo constructiva o negativamente. La
elección que hagamos determinará si nuestro mundo se vuelve pacifico o continúa
sumido en conflictos y tensiones.
Todos
los seres humanos son básicamente iguales, de oriente, de occidente, del sur o
del norte, ricos o pobres, educados o sin educación, de esta religión o de
otra, creyentes o no. Emocional, mental y físicamente (excepto por
diferencias secundarias menores de apariencia) somos iguales. Todos tenemos el
mismo potencial de tener experiencias tanto positivas como negativas. El sentido común nos muestra que
las acciones negativas siempre nos traen dolor y tristeza, mientras que la
acción constructiva nos trae placer y alegría. Por lo tanto, es
importante reconocer que
cada uno de nosotros tiene el potencial de transformarse en una persona mejor,
más feliz, lo que lleva a una sociedad mejor y más feliz.
El modo en que tal transformación puede tener lugar es a
través de la adopción de una actitud mental positiva. Necesitamos una nueva forma de pensar que incluya
disposiciones para desarrollar nuestro mundo interior. Durante siglos,
la humanidad ha invertido mucho en desarrollar a la sociedad en términos
materiales, sobre la base de la ciencia y la tecnología. Esto ha resultado en mejoras
destacadas de los niveles de vida de la gente en todo el mundo. Sin
embargo, a pesar de estos logros científicos y tecnológicos, quedan muchos
problemas mientras la gente continúe manteniendo una actitud mental obsoleta.
En el campo de las relaciones internacionales, por
ejemplo, incluso los países que aman la libertad y la democracia, todavía
confían mucho en la fuerza y la violencia. El uso de la fuerza puede parecer atractivo y decisivo,
pero es contraproducente a largo plazo. La violencia es impredecible. Tu
intención inicial puede ser un uso limitado de la fuerza, pero una vez que te
has comprometido con la violencia, las consecuencias son impredecibles. La violencia siempre crea
complicaciones inesperadas y una violenta respuesta.
La
violencia tampoco es realista en el mundo actual, ya que todo ser está
entrelazado. Bajo esas circunstancias, destruir a tu prójimo es en
realidad destruirte a ti mismo. En orden de resolver un problema, tienes que apreciar cuál es el
interés de tus oponentes. Tienes que cuidar sus intereses tanto como
puedas, y con esa luz, intentar encontrar una solución. Lo que necesitamos es una clase de desarme
interior. Si cultivamos eso y una conciencia de los efectos de la
violencia, entonces, la misma noción de la actividad militar se volverá
obsoleta. Podemos entonces pensar seriamente sobre cómo desarmarnos
físicamente. Afortunadamente,
en el tema de las armas nucleares, ya hay programas para desmantelar las ojivas
nucleares. Podríamos ir más allá y buscar la total destrucción de las armas
nucleares. Entonces, el objetivo a largo plazo sería un mundo desmilitarizado.
También
existe la creencia errónea de que el crecimiento económico por sí solo, podría
dar lugar a una sociedad más feliz. Pero las actuales inequidades en el
desarrollo económico, resultan en un una brecha enorme entre los ricos y los
pobres en todo el globo, así como dentro de las naciones, lo que es una fuente
de tensiones y problemas prácticos. Desafortunadamente, no muchos de nosotros
somos capaces de ver la realidad de nuestra situación, y como resultado una
gran diferencia separa nuestras percepciones de la realidad. Sobre la base de nuestras
concepciones erradas, adoptamos actitudes que agravan los problemas de la sociedad.
El
futuro de la humanidad depende de la adopción de una actitud mental positiva
por parte de la actual generación. Por esta razón la educación es tan
importante. El conocimiento es como un instrumento, y si ese instrumento
se usa de un modo constructivo o destructivo, depende de la motivación. La
educación moderna es muy sólida, pero parece basada en la aceptación universal
de la importancia de desarrollar el cerebro. No se le da una atención
suficiente al desarrollo de la persona como un todo, y a estimular un sentido
claro de los valores y de un corazón cálido.
Mi
esperanza es que nuestros sistemas educativos presten más atención a
desarrollar la calidez y el amor humanos. Es importante dirigirse a
cuestiones morales relacionadas a toda la vida de un individuo, incluyendo su
rol en la sociedad y la familia. En todo el camino, desde el jardín de infantes
hasta la universidad. A
través de esto, hay un potencial para volvernos personas más felices, y vivir
en una sociedad feliz.
Los
padres tienen una responsabilidad especial en introducir a sus hijos a los
beneficios de las buenas cualidades humanas básicas, tales como el amor, la
bondad y el buen corazón. Sería también muy útil introducir a los niños
a la idea de que cada vez que se enfrenten a un conflicto, la mejor y más
práctica manera de resolverlo es a través del diálogo, de la no violencia. Si
introducimos la idea del diálogo en los niños a temprana edad, a través de sus
escuelas, podemos preparar a los estudiantes para discutir diferentes opiniones.
De este modo, el concepto de diálogo se irá instalando gradualmente en ellos.
Esto es importante porque siempre habrá conflictos y desacuerdos en la sociedad
humana, y el diálogo es el método apropiado, efectivo y realista para
resolverlos realmente.
A
través de tal educación, podemos fomentar la idea de que los seres humanos
somos criaturas sociales, que nuestros intereses individuales descansan en la
sociedad y que va en nuestro propio interés que seamos prójimos de buen corazón
entre todos. Esto se relaciona directamente con lo que pienso sobre los
valores humanos básicos, que es, un sentido de cuidado, un sentido de
responsabilidad, un sentido de perdón, basados en nuestro compromiso con la
unicidad de la humanidad. Podríamos llamar estos valores humanos básicos como
“ética secular” ya que no dependen de la fe religiosa. Y al decir “secular” me
refiero a que ya sea que abracemos una religión o no, lo que es una cuestión
personal, estos valores son verdaderos. El mismo propósito de la vida es encontrar la felicidad,
por lo tanto no tiene sentido negar esos valores que están directamente
relacionados con hacernos felices.
Hay una buena razón para desarrollar estos valores
humanos básicos, porque creo que la naturaleza humana es básicamente amable.
Creo que solo somos agresivos ocasionalmente y que generalmente nuestras vidas
están mucho más involucradas con el amor y el afecto. Incluso las células de
nuestro cuerpo trabajan mejor si tenemos paz mental. Una mente agitada
usualmente provoca algún desequilibrio físico. Si la paz mental es importante para la buena salud, eso
significa que el cuerpo mismo está estructurado en un modo que concuerda con la
paz mental. Por lo tanto podemos concluir que la naturaleza humana está más
inclinada a la ternura y al afecto.
A nivel mental, también, encontramos que cuanto más
compasivos somos, más es nuestra paz mental. En mi breve tiempo de vida, he
encontrado que cuanto más medito en la compasión y pienso en el número infinito
de seres que están sufriendo, más desarrollo un inmenso sentimiento de fuerza
interior. Mientras nuestra fuerza interior y autoconfianza crecen, se reducen
el miedo y la duda, y esto automáticamente nos hace más abiertos. Entonces nos
podemos comunicar más fácilmente, porque estamos más abiertos, y los otros
responden acorde a ello. Por el contrario, cuando estamos llenos de temor, odio
o duda, la puerta de nuestro corazón está cerrada y nos relacionamos con los
otros con recelo. Lo
triste de esto es que puedes desarrollar la impresión de que los otros también
albergan sospechas sobre ti, y la distancia entre ellos y tú, aumenta. Esto
termina en la soledad y la frustración.
Las
generaciones más jóvenes tienen una gran responsabilidad de asegurar que el
mundo se vuelva un lugar más pacífico para todos. Esto
puede pasar mientras nuestros sistemas modernos de educación impliquen la
educación del corazón junto con la del cerebro.-
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