Las religiones darían paz y armonía a
sus fieles si volvieran a lo único esencial: el amor.
Todo lo
que anuncian, decretan o prohíben está de sobra, porque la única religión verdadera es amar.
Los
credos en su recorrido histórico se van cargando de creencias, ritos y normas que les pesan
demasiado.
Jesús y Buda eran seres libres que nunca crearon una religión;
les bastaba con el amor real.
Pero a
los seguidores les da miedo tanta libertad y se aferran a estructuras que se convierten en cadenas.
Fuera de amar todo lo demás es
secundario.
"Ama y haz lo que quieras" dijo sabiamente San
Agustín.
¿Lo
entiendes? Si lo captas volarás libre con las gaviotas y, en caso de estar en
un credo, no renunciarás a
tu libertad.
Ese día solo tomarás lo que te ayuda a
amar y podrás prescindir de normas o vetos innecesarios.
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