Para
cerrar este ciclo de vida y saludar con renovada esperanza el que Dios te va a
regalar, haz este ritual:
Busca
un lugar sereno, cierra los ojos, aquiétate, ora, y por un buen rato da gracias por tantas bendiciones.
Luego piensa en el mal que hiciste o el
que te hicieron y perdona de corazón para poder estar en paz.
Escribe
sobre eso, suelta el
rencor o la rabia al hacerlo y luego quema ese papel mientras decretas
con fe:
Padre amado con tu ayuda perdono, me
perdono, cierro un ciclo y suelto lo negativo con paz en mi alma.
Ten una
matera y una semilla listas, la
siembras y eliges uno o dos compromisos para vivir mejor.
Oras y
dices: Diosito, sé que me
mas y con tu ayuda voy a mejorar en esto… Invoca también a tus dos
ángeles
Cuida esa semilla con amor hasta que crezca como sucederá
con tus sueños si crees, te apasionan y perseveras.
Perdónate sin culparte y perdona sin
odios que queman y
enferman.
Tu ofensor no es malo, sino
inconsciente, sé comprensivo
y apaga la candente hoguera del odio y el rencor.
Perdónate también tus errores ya que la culpa empeora todo y
te roba la paz del alma y la energía.
Despide
este ciclo con una
gratitud infinita por tantos beneficios y bendiciones. Agradecer alegra
y libera.
Si vas
más allá de lo aparente también
puedes dar gracias por los supuestos fracasos y las crisis o "males".
Todo llega para el bien y
cada "mal" o dificultad bien asumida es una oportunidad disfrazada,
un bien latente.
Haz un balance de todo lo bueno, anímate y recibe el nuevo año
con una alegre esperanza y con entusiasmo.
Este es un buen día para trazar un plan
de lo que llaman los japoneses Kaizen, un mejoramiento continuo.
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