Se
dice que las personas mentirosas no cambian, solo mejoran sus estrategias. A
quien adopta la mentira como forma de relacionarse, de considerarse aceptable
ante otros, de generar confianza, le cuesta mostrarse tal cual es, viviendo su
vida y envolviendo a quienes le rodean en una tela de araña de donde resulta
difícil zafarse.
Una mentira normalmente conduce a otra y tienen el típico
efecto de bola de nieve, a veces todo comienza por algo que inocuo, incapaz de
generar males mayores, pero al asumir esa mentira, se vienen en cadena otras
más.
Por
lo general un buen mentiroso contará con estas características:
Personas
inteligentes:
El mentiroso hará uso de su inteligencia cognitiva para
armar su mentira previendo las potenciales fallas de su plan.
Son desconfiados:
No en vano existe el refrán popular: “Cada ladrón juzga
por su condición”, es por ello que quienes están acostumbrados a mentir y más
aún cuando sus mentiras normalmente no son descubiertas, tienden a desconfiar
en la palabra de otros.
Tienen
buena memoria:
Para ser un buen mentiroso será necesario contar con una
memoria a prueba de todo, a donde se pueda recurrir para recordar lo dicho en
un principio, sin caer en contradicciones y minimizar los riesgos de ser
descubiertos.
Son
descarados:
Por lo general sus mentiras tienen mucho contenido de
realidad, lo que hace que sean más sencillas de recordar y de sostener, pero el
engaño está allí debajo de la aparente transparencia.
Son
personas tranquilas y serenas:
El estado emocional del mentiroso es un factor
importante, las personalidades o tránsitos nerviosos, la ansiedad, la
depresión, la ira, no son buenos acompañantes para quien pretende engañar a
través de sus palabras.
Son
fríos y calculadores:
No agregan drama a su planificación, con mentalidad fría
y sin miramientos pueden armar su red de mentiras sin importarle el impacto o
consecuencias que pueda generar a través de ella.
Son
sociables y extrovertidos:
Suelen no presentar dificultades en la interacción
social, pudiendo expresarse sin contratiempos en diferentes audiencias, la
timidez no suele ser uno de los rasgos característicos del mentiroso, tienen
espíritu de aventura y no tienen miedo a expresarse, especialmente a través de
mentiras.
Las
características mencionadas previamente no necesariamente son exclusivas del
mentiroso, sin embargo, en ellos, éstas resultan un factor común.
Todos en algún momento mentimos, al hablar exageramos,
nos reservamos información o la administramos para nuestro bien o el de otras
personas involucradas, sin embargo, con un grado patológico, están los
mentirosos que pueden rayar en la mitomanía, siendo este el caso más extremo,
donde hasta ellos mismos terminan creyendo sus propias mentiras.
A
nadie le gusta resultar engañado, la mentira solo puede justificarse en casos
puntuales, donde la integridad se ve amenazada, el vincularse con un buen
mentiroso, puede sin duda resultar en consecuencias dolorosas y perjudiciales.
Por lo que la detección temprana puede resultar de mucha utilidad, recordando
siempre que un mentiroso por lo general ha adoptado esa conducta como forma de
vida.
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