Jesús
Hermida (1937-2015) fue un periodista español que se convirtió en el primer
corresponsal de Televisión Española en Nueva York (EE.UU.).
Hijo de una familia de pescadores andaluces, Hermida
realizó sus estudios en la Escuela Oficial de Periodismo y en la Facultad de
Filosofía y Letras en Madrid. Tras pasar por varios medios como la agencia
Europa Press o La Actualidad Española, en 1967 comenzaría su incursión en
Televisión Española. Su
cargo como corresponsal de TVE en Nueva York durante más de 10 años le consagró
como un periodista muy popular gracias a su inconfundible estilo a la hora de
comunicar.
Aparte de retransmitir un momento histórico para la humanidad como lo fue la llegada del hombre a la Luna,
Hermida fue un periodista incansable y polifacético, en cuyos programas
presentaría una excelente cantera de promesas del periodismo como Nieves
Herrero, Consuelo Berlanga o Miriam Díaz-Aroca, todas ellas conocidas como las
“chicas Hermida”.
Tras pasar también por las televisiones privadas
españolas Hermida fue galardonado en 2012 con el Premio Nacional de Televisión por su gran trayectoria
profesional como periodista, creador y conductor de programas televisivos.
Este incombustible comunicador falleció en Madrid el 4 de
mayo de 2015 a los 77 años, víctima de un infarto cerebral.
Estas son sus frases más famosas:
“Vales
tanto como tu última obra”.
“Me
senté en la hierba, miré para el cielo y vi la Luna llena y me dije ¡Caramba,
lo que allí ha pasado!” (sobre la llegada del hombre a la Luna).
“Hay
que contar las historias con pasión, eso es lo que hace un hombre de nuestro
tiempo”.
“Un
periodista es un contador de historias. Las hay que pueden ser más
solemnes, más importantes, más escuetas, más ridículas, más malas...pero todo
son historias”.
“Creo profundamente en la libertad”.
“Lo
que no somos los periodistas es predicadores ni sentenciadores de la verdad
y hay muchos en televisión y radio sentenciando la verdad”.
“Nunca he vuelto la vista atrás”.
“Aquí la televisión se creó política y, como consecuencia
de ello, ha tenido un desprecio infinito al espectador, que no cuenta. Entre
otras cosas, porque en este país durante muchos años el espectador no ha tenido voz, como no ha tenido
voto”.
“Procura
que el niño que fuiste no se avergüence del adulto que eres”.
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