El
lavatorio de los pies es un ritual precioso con valiosas lecciones de humildad
y de amor.
Jesús dice que su único mandamiento es que nos amemos los unos a los
otros y lo enseña con su propia vida.
Muestra
que el amor es servicio incondicional y con una sencillez
seductora limpia los pies de sus discípulos.
Por
eso, en una época de caminos polvorientos, el Maestro hace lo
que entonces hacían los esclavos.
¿Practican
esa humildad los que detentan poder? ¿Acaso lo usan para
servir, incluso en la misma iglesia?
Qué bueno que en un templo o en una
finca te preguntes: ¿Hasta
dónde llega mi amor?
Al fin y al cabo eso es lo único que
cuenta, con ritos o sin ritos.
Todo lo demás es efímero y
superfluo.
La
misión es hacer todo con amor y por amor: Con entrega, tolerancia, perdón,
generosidad, sencillez y compasión.
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