Gracias
madres, porque la mayoría aman con un amor incondicional, generoso, puro y
comprometido.
Su
entrega es 24/7, todo el tiempo disponibles y, aunque
algunas lo sacan en cara, ustedes suelen darse sin expectativas.
Bendiciones
del cielo para todas, en especial las que tienen que criar
solas a sus hijos ante la ausencia de un padre irresponsable.
Ustedes
son la hermosa presencia de Dios en la Tierra, un espejo
diáfano de su amor infinito e ilimitado.
El día de su fiesta hay para la madre palabras dulces, abrazos, besos
y obsequios que ella quisiera cambiar por algo mejor:
Ver
que sus hijos se portan bien, son personas correctas y no la hacen sufrir muchos o 365 días del año con una conducta deplorable.
Lo que una madre se merece después de tantos
desvelos es una existencia
serena y sin espinas, penas ni azares.
Amado Dios, gracias por el amor de las madres, llénalas de tu
radiante luz y recompensa como tú lo sabes hacer su amor sin límites.
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