- Si me siento deprimido cantaré.
- Si me siento triste reiré.
- Si me siento enfermo redoblaré mi trabajo.
- Si siento miedo me lanzaré adelante.
- Si me siento inferior vestiré ropas nuevas.
- Si me siento inseguro levantaré la voz.
- Si siento pobreza pensaré en la riqueza futura.
- Si me siento incompetente recordaré éxitos del pasado.
- Si me siento insignificante recordaré mis metas.
- Hoy seré dueño de mis emociones.
- De aquí en adelante, sabré que sólo aquellos con habilidad inferior podrán estar siempre a su nivel más alto, y yo no soy inferior. Habrá días cuando tenga que luchar constantemente contra fuerzas que me desgarrarían. Aunque el desánimo y la tristeza son fáciles de reconocer, hay otros que se nos aproximan con una sonrisa y con un amistoso apretón de manos pero también pueden destruirnos. Contra ellos, también, debo estar siempre alerta:
- Si se apodera de mí la confianza excesiva, recordaré mis fracasos.
- Si me siento inclinado a entregarme con exceso a la buena vida, recordaré hambres pasadas.
- Si siento complacencia, recordaré mis competidores.
- Si disfruto de momentos de grandeza, recordaré momentos de vergüenza.
- Si me siento todopoderoso, procuraré detener el viento.
- Si alcanzo grandes riquezas, recordaré una boca hambrienta.
- Si me siento orgulloso en exceso, recordaré un momento de debilidad.
- Si pienso que mi habilidad no tiene igual, contemplaré las estrellas.
Hoy
seré dueño de mis emociones.
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