Eres
un espíritu que está de paso por el planeta y nada material debe robarte la paz
del alma.
Por eso debes cuidar tu fe para que las dudas no te sofoquen
y puedas soportar los tiempos aciagos.
Con la serena paciencia del buen
creyente, no hay angustias
perdurables, ni fracasos definitivos.
La
fe y la esperanza te permiten sobrevivir en los peores
temporales sin perder la calma.
Dios es tu baluarte y con Él te pones
en pie, sales de las
confusiones y das pasos hacia la alegría.
Acepta
que las soluciones fáciles son engañosas y ten la infinita
paciencia del pescador avezado.
Aquel que ora de verdad tiene una voluntad firme, domina
el desaliento y no sucumbe al dolor.
Todo
se pasa y en el alma siempre hay fuerzas escondidas
porque Dios nunca deja a los que lo siguen.
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