Dios
del amor y la luz, Dios siempre fiel, tú nunca me abandonas y me amas
infinitamente.
A veces peleo contigo cuando las penas
me asolan, cuando me
siento a punto de desfallecer.
Sin embargo sé que no envías males y que puedo
sobrellevar lo que sea si amo, confío y persevero.
Tú
no puedes evitar que afronte pruebas o aprendizajes
necesarios en mi evolución.
Nada
es casual y si me siento como triturado por una noria es porque algo
necesito aprender.
Lo que me ayuda es una serena aceptación, una fe de acero
y la certeza de que todo pasará.
Te amo, Dios mío, y sé que unido a ti puedo superar lo que
sea y ver la alborada después de una noche eterna.
Eres
mi fuerza y mi descanso, te amo y siempre te amaré.
Gracias por estar siempre ahí.
Gracias, mi Señor.
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