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LA MÁSCARA QUE ME PONGO



La máscara que nos ponemos se refiere a la fachada o imagen que mostramos al mundo, que difiere de quiénes somos realmente en nuestra vida privada. A menudo, ponemos esta máscara para adaptarnos a las expectativas de los demás o para protegernos de la vulnerabilidad. Sin embargo, llevar una máscara constantemente puede ser agotador y puede impedir que construyamos relaciones auténticas y saludables. Es importante recordar que todos somos humanos y tenemos defectos, y es importante ser honesto y auténtico en nuestras relaciones y con nosotros mismos.


REFLEXION
Cada vez que me pongo una máscara para tapar mi realidad, fingiendo ser lo que no soy, fingiendo no ser lo que soy, lo hago para atraer la gente.

Luego descubro que solo atraigo a otros enmascarados, alejando a los demás, debido a un estorbo: la máscara. Uso la mascara para evitar que la gente vea mis debilidades; luego descubro que al no ver mi humanidad, los demás no me quieren por lo que soy, sino por la máscara.

Uso una máscara para preservar mis amistades; luego descubro que si pierdo un amigo por haber sido auténtico, realmente no era amigo mío, sino de la máscara.

Me pongo una máscara para evitar ofender a alguien y ser diplomático; luego descubro que aquello que más ofende a las personas con las que quiero intimidar, es la máscara.

Me pongo una máscara, convencido de que es lo mejor que puedo hacer para ser amado. Luego descubro la triste paradoja: lo que más deseo lograr con mis máscaras, es precisamente lo que impido con ellas.

1 comentario:

  1. Despropósito: "lo que más deseo lograr con mis máscaras, es precisamente lo que impido con ellas"

    La vida es muy corta para permitirse el lujo de ir con máscaras.

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