Tu paciencia crece cuando sacas tiempo
para relajarte, orar y sentir como Dios te calma y te empodera.
La paciencia te da serenidad ante los vaivenes de la
realidad y te permite insistir sin claudicar.
Paciente
fue Moisés en el desierto y amoroso y paciente fue Jesús con unos discípulos de
poca fe.
Pacientes
fueron los exploradores en sus largos viajes y muy pacientes los inventores con
sus fracasos.
La paciencia evita muchos conflictos y
te ayuda a entender que todos somos frágiles e imperfectos.
Elige ser paciente contigo, con los
demás y con las crisis y las contrariedades que nunca faltan.
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