La mayoría cuida la piel con cremas antiarrugas y el
corazón con ejercicio. Pero, según los expertos, para vivir bien lo más
importante es preservar el cerebro.
Estas son las recomendaciones que dan para cumplir años sin
perder materia gris.
Cómo conservar el cerebro joven Cómo conservar el cerebro joven
¿Qué es la
conciencia?, ¿cómo se forman los recuerdos?, ¿en qué consiste la inteligencia
humana?, ¿cuál es el sentido de los sueños?, ¿qué hace a la gente comportarse
de una u otra manera? Todas estas preguntas tienen la respuesta en un mismo
lugar: el cerebro humano,
un órgano de 1.200 centímetros cúbicos que pesa 1,4 kilogramos. En su interior,
86.000 millones de neuronas se encargan de hacer desde tareas tan básicas como
respirar hasta actividades de alta complejidad como el pensamiento abstracto.
Un centro de
cómputo tan poderoso debería generar más atención de sus dueños, porque así
como a partir de los 50
las personas pierden 1 por ciento de masa muscular cada año, el cerebro también
empieza a envejecer y a volverse más lento. No solo cuesta más recordar una
palabra, sino que el sentido de la navegación y la atención pueden alterarse.
Si se tiene en cuenta que la gente vive más hoy, no es lógico tener el corazón
a buen ritmo si la cabeza ha perdido la lucidez.
Muchos creen que tener un cerebro joven o viejo depende
en gran parte de la herencia genética de los padres. En el estudio The disconnected Mind, Ian
Deary, profesor de la Universidad de Edimburgo, demostró que no. Al analizar
6.000 factores en un grupo de personas de 79 años a las que siguió desde los
11, el experto encontró
que apenas un cuarto del envejecimiento cerebral se debe a herencia genética.
Los restantes tres cuartos tienen que ver con el estilo de vida. Y así como hay
maneras para recuperar el músculo por medio de la dieta y el ejercicio, también hay formas para mantener
agudas las principales funciones del cerebro.
Los expertos
hacen las siguientes recomendaciones para evitar que este órgano se deteriore. La idea no es esperar a que la
memoria se nuble o la capacidad de atención se cope; cualquiera las
puede practicar a cualquier edad para ‘aceitar’ esta maravillosa máquina y
hacer más lento el ritmo inevitable de su declive.
Aprendizaje permanente
La mayoría cree
que solucionar sudokus y crucigramas ejercita el cerebro más que cualquier otra
actividad. Y aunque estos pasatiempos no hacen daño, recientemente se ha
observado que este tipo de entrenamiento mental no es tan eficaz porque el cerebro,
esa máquina ingeniosa, se acostumbra a este tipo de desafíos y con el tiempo
los comienza a considerar rutinarios. “Véalo como un músculo: si usted hace lo mismo todos los
días dejará de ver resultados”, dice Ali Trelle, investigadora del
Cambridge Memory Lab, especializado en el estudio de la memoria. El cerebro necesita estímulos,
retos y nuevas metas. Eso implica estar dispuesto a aprender cosas nuevas, no
importa qué, desde bailar hasta pintar.
Recientemente la
revista Neurology publicó un estudio donde se asegura que las personas bilingües tardan cuatro años más en
desarrollar demencia que las personas que solo hablan un idioma. Aunque
esto es más fácil a edad temprana, nunca es tarde para aprender otra lengua.
Francisco Mora, neurocientífico español y autor del libro ¿Se puede retrasar el
envejecimiento del cerebro?, propone además, viajar y mantenerse actualizado en
materia tecnológica como fuentes de aprendizaje continuo.
Siéntase joven
Para Francisco
Mora, la actitud lo hace todo y estar motivado e interesado en descubrir nuevas
cosas sirve de antídoto para evitar el declive mental. “La emoción nos motiva a querer seguir vivos”,
le dijo el experto al diario español El País. Cuando los viejos empiezan a querer estar en la casa y no
salir presentan un síntoma preocupante de que han perdido esa chispa. Es
lo que Mora llama el apagón emocional y se ve en las residencias de ancianos
donde personas sanas se dejan morir de aburrimiento. Para contrarrestarlo recomienda sentirse útil, no
depender de los demás, disfrutar de los pequeños detalles, aprovechar cada día
al máximo y nunca sentirse viejo.
La vida es un carnaval
Un estudio
holandés en 2012 encendió las alarmas al señalar que la soledad aumenta 63 por
ciento el riesgo de desarrollar demencia, probablemente porque, al ser
criaturas sociales, no estar en contacto con los demás genera un estrés
psicosocial que podría incrementar el riesgo de que el cerebro se inflame. Y la inflamación, especialmente
la crónica, está asociada a enfermedades. Algunos estudios incluso señalan que
su efecto puede ser tan nocivo como fumar 15 cigarrillos al día o ser
alcohólico o tener obesidad mórbida. ¿El antídoto? Reunirse con los
amigos y participar en grupos comunitarios. “Cualquier evento social tiene un
impacto saludable en el cerebro”, dice Trelle.
De "om" y otros mantras
El estrés es el enemigo número uno del cerebro. Estar constantemente expuesto a la
respuesta neuroendocrina de este estímulo se considera dañino, pues se acumula
y con el tiempo puede causar problemas en las habilidades de este órgano. En resumen, hay que deshacerse
del estrés negativo, aquel que es crónico y que deja al organismo extenuado. Y
nada mejor para ello que meditar.
Sara Lazar, una
neurocientífica del Massachusetts General Hospital y del Harvard Medical School
, dice que la corteza frontal, encargada de la memoria de trabajo y de las
funciones ejecutivas del cerebro, se encoge con el paso del tiempo y por eso es
difícil acordarse de ciertas cosas. Pero la experta encontró que en personas de 50 años que meditan, la
materia gris es igual a la de individuos de 25 años. Aunque no se ha
logrado establecer por qué, muchos estudios concluyen que practicar yoga y
hacer meditación, incluida la tipo mindfulness, reduce las hormonas del estrés
en el organismo y así evita su efecto deletéreo.
Hay que gozar
La sexualidad tiene más propósitos en el cuerpo que la
procreación. Eso observó un
estudio sobre salud sexual y bienestar en hombres y mujeres mayores, realizado
en la Universidad de Manchester, en el que reclutaron a más de 70.00 personas
mayores de 58 años. Entre
sus conclusiones está que la sexualidad continúa sin importar el paso de los
años y que la mayoría la reporta como un elemento crucial para su bienestar.
Además de eso, los investigadores observaron que quienes eran activos
sexualmente tenían mejor función cognitiva.
Otro trabajo,
hecho por expertos de la Universidad de Lousiana y publicado en American
Journal of Geriatry, concluyó que quienes no perciben la sexualidad como algo
importante tienen una función cognitiva más disminuida. Por el contrario, aquellos que la valoran tuvieron
un mejor desempeño en esas pruebas.
Los científicos
creen que esto probablemente se debe a que todas las fuentes de placer se
encuentran en el cerebro y
la cascada de hormonas desatadas durante el clímax sexual, entre ellas
la dopamina, promueve la conexión entre las mismas.
A apagar la luz
Dormir permite
que el cerebro se recupere de su trabajo durante las horas de vigilia. Es tan importante como darle
oxígeno, comida y agua. Se ha observado en experimentos clínicos que
solo con el sueño profundo el cerebro consolida los nuevos recuerdos.
Paradójicamente, la gente
cada vez es menos consciente de respetar ese tiempo de relajación y le
roba duración al momento para hacer actividades, desde trabajar y viajar hasta
ver películas. La
recomendación es dormir al menos seis horas cada noche.
Aunque con el
tiempo la calidad del sueño se deteriora, los expertos señalan que esto se
puede remediar si se evita tomar siestas en el día. También se recomienda exponerse al sol en la
mañana y tratar de apagar todas las luces en la noche, incluidas las de
los aparatos electrónicos, para favorecer el sueño y estimular el ritmo
circadiano.
Trabajar para vivir
Todos sueñan con el momento de jubilarse. Pero los
estudios señalan que trabajar influye más que cualquier otra cosa en la
juventud del cerebro. Pero no
solo se trata de estar ocupado, sino de tener retos laborales que vayan más
allá de simples actividades rutinarias.
Para no ir más
lejos, la investigación del profesor Deary encontró que quienes tenían trabajos
complejos reportaban un desempeño mental mucho más elevado. Y no es necesario ser un
científico de la Nasa para lograrlo. Un ejemplo de actividad compleja puede ser
atender a personas con múltiples necesidades, porque así tendrá que resolver
cómo complacerlas a todas.
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