El
mundo de los negocios vibra estos días con propuestas de cambio, y la mayoría
de las conversaciones giran en torno a empezar algo nuevo. ¿Quiere ser exitoso?
Póngase una sudadera y encuentre un garaje.
Sin embargo, el gran problema no es lograr lanzar algo nuevo, sino quedarse allí una
vez lo haga.
Si siembra una iniciativa en su empresa, debe ser capaz
de difundirla a toda la compañía.
Si crea un producto, debe también encontrar los clientes.
Si lanza un emprendimiento social, debe saber como
sostenerlo.
¿Cuál
es la mejor forma de solucionarlo?
Mírese
al espejo y evalúe sus virtudes y debilidades. La clave es conocerse a sí
mismo.
Los emprendedores pertenecen a una de estas cuatro
categorías.
Diamantes:
Los diamantes son evangelistas carismáticos que buscan revolucionar la vida de las
personas. Cuando tienen éxito, cambian las reglas del juego. Pero su
fracaso puede ser desordenado y dramático. Los diamantes son brillantes, pero suelen ser
egocéntricos.
Mark
Zuckerberg y Ted Turner entran en esta categoría, pero el diamante por
excelencia fue Steve Jobs. En cada etapa de su carrera, Jobs modificó la
realidad para que encajara en su visión. No obstante, esa convicción a menudo
lo llevaba a rechazar a otros y no estar dispuesto a compartir el protagonismo.
Un diamante casi nunca es
el mejor amigo de un empleado.
El
diamante necesita escuchar para aprender. Uno puede tener visión, pero necesita el aporte de otros.
Si no puede aceptar críticas, no descubrirá problemas. Y no olvide compartir su
éxito. Formar un equipo no
es suficiente; distribuya los méritos y los logros.
Estrellas:
Son
pioneros dinámicos con grandes personalidades, las estrellas saben de manera instintiva lo que
viene. Cuando las estrellas crecen, pueden proyectarse a nivel mundial. No obstante,
suelen ser volubles y actuar solos. Piense en Richard Branson, Estée Lauder,
Martha Stewart y Jay Z.
Lance
Armstrong es un gran ejemplo. Forjó la Fundación Lance Armstrong, con sus
características pulseras amarillas, hasta convertirla en una de las entidades
sin fines de lucro más reconocidas del mundo. Sin embargo, cuando
surgieron las acusaciones de dopaje, las donaciones se desplomaron. Si vive como una estrella,
morirá como una estrella.
Para evitar esa situación comprometida, las estrellas deben asegurarse
de que su organización cumpla la promesa de su personalidad. Designe a
alguien para que se encargue de las cosas “aburridas” como las operaciones y el
servicio al cliente. Además, tenga cuidado de la adulación. Busque a personas que
complementen sus fortalezas, no sólo a los que lo halaguen.
Transformadores
Los
transformadores son catalizadores de cambios sociales y culturales, como
Howard Schultz o Anita Roddick. Normalmente operan en sectores anticuados, pero
aspiran a modernizarlos. Realizar cambios es admirable, pero ¿puede durar?
En 1984, Roxanne Quimby, una madre soltera que hacía dedo
en el estado de Maine, fue llevada en su auto por Burt Shavitz, un apicultor
local. Los dos se
enamoraron y Quimby empezó a vender protector labial. Pronto, Burt’s
Bees estaba generando US$3 millones al año; luego fue vendida a Clorox por
US$925 millones. Pese a que Quimby y Shavitz estaban revolucionando una
industria monótona, su relación fracasó. Quimby fue criticada por quedarse con
la mayor parte del dinero, y los clientes leales se quejaron de una adquisición
empresarial de un negocio ecológico. Los transformadores pueden ser progresistas, pero sus innovaciones a
menudo se desvanecen.
Los
transformadores necesitan considerar las siguientes medidas preventivas. En
primer lugar, haga que su estrategia sea tan convincente como su misión. La
innovación no es suficiente, sino que también necesita una fuerte
implementación para alcanzar sus ideales. Y segundo, preste atención a los hechos.
Los transformadores que se enfocan en metas sociales a menudo desestiman datos
molestos. No puede cambiar
el mundo si sus números no cuadran.
Cohetes
espaciales
Inventores
brillantes que aspiran a hacer que sus emprendimientos sean más baratos,
rápidos y eficientes, los cohetes espaciales tienen éxito usando la analítica pero suelen
tropezar al no ser creativos. Jeff Bezos es el mejor ejemplo de un
cohete espacial. Cuando estaba considerando abandonar Wall Street por la web,
creó lo que llamó un “marco de minimización del arrepentimiento” para reducir
las probabilidades de que le surgieran dudas. En Amazon, ha alabado los datos y
la eficiencia, y los departamentos llevan a cabo “reuniones de métricas” cada
semana. Otros ejemplares
de este temperamento incluyen a Bill Gates, Michael Dell y Michael Bloomberg.
Los cohetes espaciales tienen mentes formidables, pero a veces su enfoque
estrecho da jaquecas a otros.
Los
cohetes espaciales en ocasiones necesitan mirar más allá de las cifras.
Los comentarios cualitativos pueden parecer anecdóticos, pero revelan
conocimientos que los datos pueden pasar por alto. Pese a que las emociones
podrían no ser cuantificables, importan. Si no se siente cómodo pensando de forma diferente,
rodéese de personas que no tengan problemas en hacerlo.
No hay nada absoluto sobre estos cuatro tipos de
perfiles, pero cuando los emprendedores los aprenden, he visto cambios.
La
lección es clara: para triunfar, no elija a un héroe para emular. Descubra sus
propias tendencias, amplifique sus fortalezas y tenga presente sus defectos. El
primer paso para crecer es conocerse a sí mismo.
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