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¿CUÁLES SON LOS MEJORES TIPS PARA HABLAR BIEN EN PÚBLICO?

 

Hablar en público no siempre es sencillo. Y eso que hay personas que parece que nacen con la habilidad innata de hipnotizar a su audiencia cada vez que tienen que presentarse ante ella. Sin embargo, detrás de cada presentación, sesión o ponencia perfecta se encuentra un proceso de trabajo previo. Y es que, para garantizar el éxito de una exposición en público hay que estar (bien) preparado. Todo el mundo puede aprender a hablar en público, es una competencia que requiere esfuerzo y perseverancia, pero que se puede desarrollar.
 
Te proponemos unas recomendaciones para dominar el arte de cómo hablar en público
 
Elegir un buen tema.
Hablar en público y hacer una exposición brillante no es una habilidad que salga sola, requiere tiempo, dedicación e implicación. Lo más recomendable es elegir siempre una temática en la que uno se sienta seguro y cómodo. Hablar sobre cuestiones sobre las que se tienen conocimientos o sobre las que se está trabajando permite un conocimiento profundo de la materia y eso se nota durante la exposición.
 
Planificar y organizar el contenido.
Para hacer una buena presentación es necesario invertir tiempo en planificarla y organizar el contenido. ¿Qué se quieres contar? ¿Cómo se quiere contar? ¿Qué le interesa a mi audiencia y cuál es la mejor manera de presentar esta información? Preparar el contenido y adaptarlo a la audiencia y al entorno, pero sobre todo a la propia persona. Uno se tiene que sentir cómodo con lo que va a presentar. Lo recomendable es preparar un contenido en función de la manera de expresarse de cada uno. No se recomienda emplear términos desconocidos o “chascarrillos”, intentar ser gracioso… lo importante es ser auténtico y mostrar la propia personalidad.
 
Practicar (practicar y practicar).
Practicar es la clave del éxito. No vale con hacer un interesante powepoint con toda la información si uno no es capaz de defender su trabajo. La presentación tiene que servir de apoyo a lo que uno está contando. Lo mejor es practicar en voz alta una y otra vez hasta que uno de sienta cómodo. Es importante controlar el tiempo y preparar muy bien el saludo y el cierre de la presentación, momentos en los que la expectación suele ser máxima.
  
Una buena idea es practicar delante de una pequeña audiencia (puede ser un compañero, la pareja o un amigo).
Lo importante es tener confianza, relajarse y exponer la presentación tal cual para poder obtener un feedback certero, comprobar la duración de la ponencia, la reacción de los oyentes… Otra opción es grabarse en vídeo para comprobar el tono de voz, la expresión y ver qué se puede cambiar y adaptar.
 
Tiempo de asimilación: reposar antes de la presentación.
Ya está preparada la presentación y uno ya está listo para exponerse a la audiencia. Se ha trabajado duro y hay que ser consciente de eso. Hay que respetar el trabajo que se ha hecho y sentirse orgulloso. La presentación podrá salir mejor o peor, pero uno ha de ser optimista, tener ganas y estar dispuesto a dar lo mejor de uno mismo. La actitud es fundamental a la hora de hacer una buena exposición.
 
Estar relajado y tranquilo.
Sentir nervios, empezar a sudar de forma inconsciente, quedarse en blanco o utilizar una comunicación no verbal que indique claramente que uno está incómodo, son reacciones muy frecuentes y normales cuando se tiene que hablar en público. Es normal, y más si no se tiene experiencia. Lo importante es intentar relajarse. Se puede aprender a controlar estos síntomas aunque sí que es verdad que hay muchas personas que siguen sintiéndolos aunque lleven muchas ponencias a sus espaldas. Lo recomendable es aprender y desarrollar técnicas que ayuden a controlar estos síntomas y mejoren el estado de estrés previo a una ponencia para que no influya en el resultado.
 
Un truco que funciona. Respirar profundamente de 2 a 3 veces antes de hacer la presentación.
 
Concentración plena (be focused).
Durante la presentación hay que estar concentrado. Es importante centrarse en la presentación, estar atento y ser consciente de lo que se está contando. Hay que intentar impactar a la audiencia por la implicación, el conocimiento, el entusiasmo y la motivación. Es importante sentirse seguro y transmitir esta seguridad.
 
Cuidar la comunicación no verbal.
Hay que controlar la comunicación no verbal. Hablar demasiado rápido, no gesticular o no apartar los ojos de los recursos (powerpoint, imágenes o vídeos),  son reacciones frecuentes que indican incomodidad y que pueden  provocar que la audiencia deje de prestar atención. Por otro lado, gesticular, acompañar las palabras con movimientos con las manos, moverse por el escenario (siempre que sea posible), mirar e interactuar con la audiencia, disfrutar de los silencios y mostrarse cercano, es una buena idea.
 
La clave está en disfrutar del momento. 
No siempre es sencillo porque síntomas como el nerviosismo, el tartamudeo o el sudor repentino de manos, pueden jugar una mala pasada pero, dentro de lo posible, hay que intentar gestionar estos sentimientos y sentirse orgulloso de tener la posibilidad de presentarse ante una audiencia.
 
Hacer autocrítica (moderada).
Hacer autocrítica después de una ponencia es necesario. Es una autoevaluación que nos ayuda a mejorar, a ser conscientes de los puntos que se han hecho mal y coger experiencias para hacerlo mejor la próxima vez. Sin embargo, la crítica a uno mismo ha de intentar no ser demasiado dura. Siempre hay cosas que se pueden mejorar y normalmente la propia percepción de cómo se ha hecho una exposición no suele ser realista al 100%. Se suele tender a exagerar los puntos negativos y a olvidar los puntos que se han hecho bien. Es recomendable preguntar directamente a un compañero para recibir un feedback realista de la presentación.
 
Formarse bien.
 Hablar en público es una habilidad que se aprende. Por un lado con experiencia,  y por el otro con formación. Hoy en día existen muchos cursos, formaciones, ponencias o talleres en los que se trabaja la habilidad para hablar en público, se desarrollan técnicas de relajación, se aprende a preparar presentaciones. Apuntarse a uno de estos cursos es el primer paso para convertirse en un perfecto orador.
 
Técnicas complementarias: solicitar ayuda si es necesario.
En algunos casos en los que es imposible controlar síntomas como el estrés, el nerviosismo o el agobio pueden ser efectivos algunos trucos y técnicas. Lo ideal es consultar con un profesional y elegir un método que se adapte a las necesidades de cada uno. El Mindfulness o el yoga son, por ejemplo muy buenas opciones.

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