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NO PUDIERON ROBARLE EL SUEÑO A LA ORUGA.

 

Un día una oruga le dijo al saltamontes:
- Anoche soñé que desde la cumbre de la montaña miraba el valle.
 
- Debes estar loca ¿Cómo podrás llegar allá? ¿Tú, un simple gusano? Pon los pies en la tierra y deja de soñar.
 
Otro día ella le dijo al escarabajo: Me vi con alas en el cielo.
 Éste rió y dijo: Yo no intentaría algo tan ambicioso.
 
La araña, el topo y la rana también aconsejaron a la oruga desistir y no fantasear.
 
No lo lograrás jamás, dijeron, pero ella confiaba y seguía soñando con las alturas y con las alas.
 
Un día, agotada de moverse, construyó un lugar para pernoctar.
 Fue lo último que hizo y murió.
 
Los animales fueron a mirar los restos de ese gusano loco, y su pupa como un monumento a la insensatez.
 
Con el tiempo alguien notó algo raro, se reunieron y vieron cómo de ese envoltorio salieron unas patas y unas antenas.
 
Luego vieron ante sí una linda mariposa que se desperezó y alzó el vuelo hacia el firmamento.
 
 No pudieron robarle su sueño a la oruga.
 
 

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