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¿QUÉ VALORES DEBEMOS CULTIVAR PARA TENER PAZ EN LA FAMILIA?

 

Valores esenciales para la vida en familia y en comúnidad: Agradecimiento

·         Amor

·         Belleza

·         Bien Común

·         Bienes Materiales

·         Bondad

·         Constancia y Perseverancia

·         Generosidad

·         Honestidad

·         Humildad

·         Libertad

·         Optimismo.

·         Paz

·         Responsabilidad

·         Sinceridad

·         Solidaridad

·         Tolerancia

·         Laboriosidad

·         Verdad

 

Resumen

Los valores morales son guías de la conducta de las personas. Su finalidad última es la supervivencia del ser humano. Cada hombre y mujer posee algún tipo de valor que ordena su vida. No siempre estos valores son compartidos por todos los que nos rodean y tienen la función social de asegurar la convivencia y el respeto mutuo. Y se pueden aprender en el intercambio con las personas significativas en nuestras vidas. El objetivo es demostrar la necesidad de la educación en valores en el ser humano desde edades temprana partiendo de la familia y el hogar. Agradecimiento

El agradecimiento es un valor conectado con la justicia y el amor. No temas ser agradecido. Ello te engrandece y te abre las puertas de nuevo a más actos de afecto que agradecerás a la vida.

 

Amor

El amor es el sentimiento más transcendente que posee el ser humano y el más perdurable. Por amor el hombre es capaz de transformarse y cambiar su forma de ser. Por amor se salva a sí mismo. Esta salvación significa construcción, innovación, evolución en contra de todo lo caótico y destructivo.

El amor permite que el hombre sobreviva más allá del impulso reproductivo, el ser humano pervive por la fuerza constructiva que representa el amor. El amor permite creer en el ser humano y darnos una oportunidad de existencia. Si el hombre es capaz de despertar la fuerza del amor, todo esfuerzo por asegurar su vida en la tierra está justificado. Por ello el amor es una valor esencial.

El amor como valor se convierte en el punto más elevado en la escala de valores. Pero es también de donde proceden, de donde derivan, de donde arrancan todos los demás valores.

El amor perdura como uno de los valores fundamentales del ser humano. Como valor, tiene la virtud de persistir contra toda adversidad. Y de vencer los obstáculos del espacio y del tiempo. Tiene la singularidad de motorizar los grandes logros, y de construir donde no existía nada en pie. El amor tiene la inmensa virtud de dar sentido a la vida. Practícalo y no te equivocarás.

 

Belleza

La belleza es simplicidad, sólo necesita de tu ojo o de tu oído para manifestarse en todo su esplendor.

Lo que pretende presentarse como belleza, recargándose de accesorios o adornos, siempre será un producto perecedero. A veces incluso, se transforma en un símbolo de lo ridículo. El olvido será su destino.

Si existe una belleza universal, ésta se caracteriza por la más despojada simplicidad. Un paisaje, una flor, una persona; no necesitan complementos ni composición para parecer expresión de belleza. Simplemente lo son, sin ostentación, pero sin falsa modestia.

El hombre puede crear belleza y encontrar la forma de que todos los demás seres aprecien sus creaciones. Pero debe conocer interiormente su propia belleza para poder manifestarla con eficacia. La belleza es el valor fundamental que nos guía en la creación humana.

Cuando la belleza se convierte en un valor, todo cuanto hacemos, en cierta forma seguirá el comportamiento creador de belleza. Nuestros actos serán proporcionados, tendrán propósito y expresarán las posibilidades creativas del ser humano.

En este sentido, el valor de la belleza nos lleva a la simplicidad en la vida. A abandonar todo lo recargado, lo vano, lo inútil al sentido de la proporción. Por ello practicar la belleza no es ajeno al ser humano común. Por el contrario, caracteriza su verdadera humanidad.

 

Bien Común

Parece un bien que a nadie beneficia en particular, sin embargo la práctica del bien común favorece un conglomerado de seres que no siempre están conscientes de ello.

La individualidad no pocas veces, debe sacrificarse por la colectividad; quien así lo comprende, está dispuesto a hacer revolucionare el mundo. Por ello el bien individual está sujeto al bien común. Favorecer a un individuo para perjudicar a muchos es un pavoroso principio de desequilibrio social e incluso ecológico.

El bien común no es un valor fácil de comprender y de digerir. Y menos aún de practicar. Cuando prescindes de lo que son, incluso tus necesidades y tus anhelos más queridos por favorecer a un conjunto de gente que ni siquiera conoces, estás haciendo gala del desprendimiento y del amor más universal; de ellos se nutre el bien común.

Si comprendes que el bienestar de todos sirve a tu propio bienestar, habrás dado un inmenso salto, enorme en todo sentido, en la escala de los valores. Al practicar el bien común resumes y retomas otros muchos valores que te construyen como persona. Estás practicando amor, solidaridad, generosidad y convivencia. Y de esa manera estás construyéndote realmente como persona humana.

 

Bienes Materiales

Los bienes materiales constituyen un valor para muchos individuos, en ocasiones los únicos reales según su óptica. Sin embargo, los bienes materiales son solo medios. Hace tiempo atrás se hablaba de hombre o mujer de medios, refiriéndose a alguien que tenía posesiones materiales y posición social; siendo acertado hablar de medios en ese sentido.

Los medios no son los fines, sirven para llegar a un fin que supera al medio mismo. Si tu quieres trasladarte a un lugar distante útilizas un medio de transporte, pero no te quedas en el medio. útilizas un auto y una carretera, por ejemplo, pero no te satisfaces sólo con disfrutar la carretera o con estar en el automóvil, quieres alcanzar el sitio que deseas.

Los bienes materiales siempre serán un medio para el fin de la felicidad personal y colectiva. Y en este sentido son un valor de importancia.

Dale valor a los bienes materiales, como valor de medios, porque se te han confiado; como se le dan a un administrador que debe incrementar el beneficio que se le concede.

Si posees medios materiales, cuídalos y hazlos crecer. Pero mantén la posibilidad de desprendimiento. La sabiduría del conocimiento de que son sólo medios para alcanzar el fin.

 

Bondad

Tu bondad no es necesariamente el bien, es solamente tu interpretación de él. Siempre existe la posibilidad de que lo que crees bueno, no sea exactamente todo lo bueno que crees. Porque tal vez tu idea de la bondad está influida por simples deseos personales, que aúnque no sean malos por sí, no pueden traducir toda la verdadera esencia del bien.

En demasiadas ocasiones creemos que el bien es sólo la bondad que ejercemos. Y nos quedamos cortos. En esos momentos debemos saber más que nunca que la bondad puede ser una manifestación del bien, pero sólo eso.

La bondad incluso a veces se confunde con una debilidad humana. En un mundo materializado, deshumanizado, la bondad es una provocación. Pero por ello tiene la condición de valor fundamental para la persona y la colectividad. La bondad procura el bien en todos los ámbitos.

El buscador del bien debe poseer una intención en esa búsqueda; de allí que sus actos estén preñados de buena intención. Además debe saber hacia dónde se dirige, al practicar las buenas acciones. Y mostrar voluntad sostenida de mantenerse en esa búsqueda para que afloren acciones procedentes del bien.

Busca el bien en ti mismo. Hazlo un valor esencial en tu vida a través de la práctica de la bondad. Hazlo un valor que convierta en obras. Encuéntralo en la práctica de las buenas obras, pero conoce que esas obras proceden de ti y que tu eres la fuente de donde procede el bien que demuestras; tu eres la fuente de ese valor.

 

Constancia y Perseverancia

La constancia es la clave para conseguir las metas que el ser humano se propone. Ser constantes significa Continuar siempre adelante a pesar de las aparentes dificultades del camino. Porque tu lo sabes, la vida tiene sus contrariedades.

Casi todo lo que nos propongamos podemos ejecutarlo, si poseemos como valor la constancia de conjunto con la perseverancia estos nos hacen saber que siempre habrá una nueva oportunidad para lo deseado. Y que tenemos que intentar alcanzar nuestros objetivos todas las veces necesarias para lograrlo.

La realidad nos muestra que a cada acción nuestra hay una reacción. Nada más tenemos que fijarnos cuando alzamos un peso, o cuando caminamos. Todo en la vida exige un esfuerzo. Si tomamos ese esfuerzo como un destino terrible, nos quedaremos sentados en la vida, quejándonos de lo que no pudimos hacer y repartiendo culpas que son enteramente nuestras.

La constancia y la perseverancia son valores que sólo se traducen en un empuje constante que provienen de nosotros mismos. Nadie nos puede mover a realizar acciones si no queremos. Basta querer siempre para mantener la perseverancia como el impulso que necesitamos para triunfar en la vida.

 

Convivencia

El humano es un ser social, busca a otros semejantes, se reúne con ellos, organiza su vida en función del esfuerzo común. Esta característica nos señala la convivencia como una necesidad. No podemos vivir aislados de los otros, sin que ese aislamiento afecte nuestra forma de vivir. Basta observar a quienes han perdido esa capacidad de convivencia y deambulan por las carreteras excluidos del mundo que les rodea. El ser humano progresa en la medida que se comúnica y convive con sus semejantes. La convivencia nos hace evolucionar tanto individualmente como colectivamente.

Pero la convivencia aparte de ser una necesidad humana, es un valor; pues como tal posee una serie de exigencias. No basta vivir con alguien, es necesario saber aprovechar la experiencia de vivir en beneficio mutuo. Convivir es algo más que una obligación. Es esfuerzo por aligerar las diferencias que necesariamente surgen entre todos los que vivimos juntos.

La convivencia tiene diversos niveles. Desde el familiar hasta el universal. en la medida en que aprendemos a vivir en familia ayudándonos mutuamente, podemos emprender la experiencia de convivir con nuestra comúnidad.

Existe igualmente un nivel de convivencia con el medio ambiente. Una actitud que refleja la conciencia de compartir un espacio para la vida, el mundo en el que vivimos. Ese lugar no nos pertenece con exclusividad, es un préstamo temporal, por ello es necesario cuidarlo para quienes nos sobrevivirán.

La convivencia es una actitud, que se pone en práctica en la cooperación mutua, es una necesidad de la vida. Pero se hace un valor que demuestra conciencia sobre la existencia y sus circunstancias. Sólo cuando haces tuyo el valor de la convivencia, no te afectarán las diferencias con los demás. De esa manera, uno deja de criticar a sus semejantes para ser simplemente constructivo en sus acciones.

 

Generosidad vs Egoísmo

El egoísmo es temor, pura creencia de imposibilidades, de limitaciones basadas en el miedo. Pero el egoísmo tiene su momento en la evolución del individuo. Los niños pequeños son egoístas, para ellos solo existe el yo y el mundo gira alrededor; sin embargo la experiencia les va demostrando a través de frustraciones y de diversos aprendizajes que no están solos. Entonces más o menos de re penden descubren al otro. El egoísmo deja de tener en ese momento valor primordial.

Si el egoísmo se instala y permanece en el individuo, se convierte en un ancla que le impide avanzar, crecer, desarrollarse en toda su potencialidad. Será fuente de más frustraciones que de satisfacciones. Por ello debe elevarse para que progresemos en la vida.

Al egoísmo se le opone como valor la generosidad es una virtud que se convierte en valor para el ser humano cuando evoluciona como tal. Ella representa compartir sin miedos los bienes materiales e intangibles de los que disponemos, los que compartimos en esta tierra.

Si podemos comprender que nuestro paso por la tierra tiene los límites del tiempo y el espacio, podemos darnos cuenta de que todo lo que tenemos es un préstamo de la vida. Lo que acumulamos como experiencia es nuestro verdadero tesoro: el conocimiento, los afectos, las obras etc. Cuando compartimos con generosidad estos bienes, la retribución será segura y si los demás no nos la dan, con toda seguridad habremos obtenido la satisfacción de dar.

Cuando damos generosamente, cuando compartimos nuestro pan y nuestras experiencias; estamos venciendo los temores del pasado, los miedos de la limitación y la miseria. Cuando hacemos de esa actitud un valor en nuestra vida, estaremos asegurando nuestro futuro de felicidad.

 

Honestidad

La honestidad es otra de las virtudes que han de convertirse en valores del ser humano para alcanzar la plenitud como persona. Esta es conservadora de los valores del individuo. La honestidad nos lleva a conservar nuestros principios en todo tiempo y lugar sin las dobleces de la conveniencia.

La honestidad es un arte en nuestro tiempo, no es imposible pero tiene sus dificultades, que una vez vencidas son de gran estímulo para el individuo.

En muchas ocasiones, aún las más cotidianas, tienes la oportunidad de afianzar la honestidad como un valor. Cuando debes cumplir las leyes de la convivencia estás frente a una de esas oportunidades. Cuando la viveza fácil se presenta como una conducta aplaudida, la honestidad nos hace caer en cuenta que los demás también poseen derechos.

No sólo se es honesto cuando no se roba o no se miente, también se es en las pequeñas circunstancias; cuando haces una cola, cuando no pretendes obtener privilegios, cuando actúas en concordancia con lo que predicas como tus principios.

La honestidad te mantiene con la frente en alto cuando sopla el viento huracanado de la dificultad en tu cara.

 

Humildad

A veces parece un defecto en este mundo de publicidades vanas, donde la grandeza inflada y el éxito de un instante eclipsan el verdadero esfuerzo, la verdadera dimensión de cada ser. La humildad parece estar hecha para otros tiempos. Tiempos donde también se valore al ser por lo que es y no por lo que aparenta. ¡Pero ese tiempo puede ser el nuestro!.

La humildad es ser lo que se es, sin pretender otra cosa ni aparentar otra cosa. Ser humilde es ser auténtico, no vanagloriarse de lo que se tiene, de lo que se ha obtenido con esfuerzo, de lo ganado en el campo de batalla de la vida.

¿Qué ganamos con ser humildes? Nada. Porque la humildad precisamente no busca nada, es una simple manera de ser; sin gastar el tiempo, el esfuerzo y la vida misma en aparentar lo que no se es o lo que no se tiene. La humildad es un valor que facilita la comprensión del mundo.

Quien sabe no habla, quien habla, muchas veces no sabe. Quien aparenta ser o tener, lo hace porque no tiene lo que dice. Quien realmente es grande sabe que hablando de su grandeza nada gana. Sólo actúando obtendrá el respeto de sus semejantes.

 

Justicia

La justicia es un valor que se construye día a día. Es una posibilidad más que un hecho consumado. Pero los seres humanos conscientes de su naturaleza están empeñados en edificarla como se hace un gran edificio que nos cobija a todos.

Vivimos en un mundo de injusticias, pero si tenemos a la justicia como un valor de nuestra vida, debemos buscar es estado de equilibrio en todas nuestras acciones.

La justicia es dar a cada cual lo que le corresponde según sus acciones. Esta determinación no es nada fácil. En ella podemos equivocarnos. A veces sobrevalorando a algúnos o evaluando a otros por debajo de lo que realmente son o han realizado.

La justicia en el mundo exige grandes esfuerzos de toda la humanidad, más cerca de nuestras posibilidades cotidianas; pero no por ello menos importante, está el sostener una conducta de justicia en todas nuestras acciones. Ello exige ponderación y respeto, así como otras virtudes y valores que nos permitan dar a cada semejante lo que se merece. La justicia en el mundo comienza por tu casa y contigo mismo.

 

Libertad

La libertad camina junto a la justicia en este mundo de opresiones e injusticias. No hay libertad sin justicia, y no es posible hallar verdadera justicia sin libertad. Sin embargo ambas deben abrirse camino a través del trabajo constante de los seres humanos comprometidos con esos valores.

La libertad no fue un regalo pasivo de los libertadores, ellos fueron sólo los iniciadores de una gran tarea. Si creemos que la libertad quedó detenida en los libros de historia, seremos fácil presa de una esclavitud basada en la ignorancia.

La libertad que soñaron y emprendieron los grandes hombres de la independencia está aún por realizarse a plenitud. Y la responsabilidad de ello recae en nosotros.

La libertad es un conjunto de condiciones que le permiten al ser humano obrar, ser y desarrollar su potencial según su propio esfuerzo. Pero la libertad también es una actitud personal, donde cada individuo es propulsor de libertad, cuando promueve el diálogo, la apertura en el compartir las ideas, la crítica constructiva y la autocrítica. Libertad es posibilidad de ser humano.

La defensa del valor de la libertad debe hacerse en congruencia con lo que aspira ese valor. La actitud de libertad debe traducirse en respeto, a pesar de la firmeza que podamos demostrar en cada conversación.

La libertad además proviene de nuestra actitud personal de no ser esclavos y ello significa también no estar sometidos al imperio de nuestras debilidades. La libertad marcha desde nuestra interioridad se esparce en el colectivo y regresa a cada cual convertida en una posibilidad de ser plenamente una persona.

 

Optimismo.

El optimismo es un valor extraño. En la práctica consiste en saber que todo acabará de la mejor manera, aún cuando parezca que se avecina el fin del mundo.

El optimismo se nutre del más puro sentido de la realidad, no es fantasear sobre lo que se desea, creyendo que de esa manera se obtendrá lo anhelado; no es un simple pensar. Es una actitud que conoce el significado de los sucesos reales que siente y actúa en consecuencia.

Quien conoce la realidad sabe que los problemas por más difíciles que parezcan, siempre tendrán una solución. Que las noches más oscuras tienen un amanecer y que hasta la naturaleza busca y encuentra su equilibrio en los más terribles cataclismos.

Los problemas de los seres humanos pueden tener una respuesta y si no la posee no son problemas. De esta manera, el optimismo se hace simplemente una forma de encarar la realidad con las enseñanzas de esa realidad.

El optimismo tiene la ventaja de ser una actitud positiva, que requiere de menos preocupación, menos esfuerzo inútil y es más productiva que el pesimismo y la aflicción. Por ello se convierte en un valor para la vida que enaltece y confiesa las posibilidades de la vida misma.

 

Paz

La paz es fruto de la justicia y del ejercicio de la verdadera libertad. Es uno de los valores fundamentales de la humanidad. Uno de los valores que permiten la supervivencia de la especie y la preservación del mundo donde vivimos.

La paz es algo más que la ausencia de guerra. No es el simple fruto de un equilibrio inestable entre potencias armadas que pretenden imponer su dominio. Es un esfuerzo, una positiva actividad del ser humano por lograr la convivencia en todos los ámbitos de su vida.

La paz comienza en tu hogar y más allá, comienza dentro de ti mismo. Si tu no estás en paz contigo mismo, ¿cómo puedes estarlo con los demás plenamente?. El ser humano que no tiene paz en su conciencia vive atemorizado de sus propios defectos, vive en la amargura y tarde o temprano la pagará con los demás.

La paz se expande en el campo comúnitario. Si no creamos activamente lugares para la existencia pacífica en nuestras colectividades, este valor no podrá activarse en el país entero para ser germen en todo el mundo.

Pero ¿cómo podemos crear la paz en todos estos ámbitos?. únicamente con el cultivo de los valores de la tolerancia, la práctica del respeto y el cuido de la libertad y la justicia. Los valores, nuevamente se unen en comúnidad esencial, para buscar la felicidad humana en torno al equilibrio y la convivencia. Ese es el espacio donde todos podemos ser felices.

 

Responsabilidad

La responsabilidad es un valor individual y colectivo que no es demasiado frecuente. Es hacerse cargo de las acciones de los procesos y de las consecuencias de los actos, aún cuando éstas no sean las más apetecibles.

Pero definitivamente la responsabilidad es una cualidad indispensable para crecer como persona. Todos recuerdan como de niños evadíamos muchas veces la responsabilidad de nuestras acciones cuando éstas no eran las deseadas por quienes nos supervisaban. En la medida que crecimos, fuimos tomando posesión de nosotros mismos; y en esa medida nos hicimos responsables.

Hacernos responsables de nuestros actos y nuestra vida requiere que nos demos cuenta de que nuestras acciones tienen consecuencias que nos afectan y afectan a los demás; y en esa propia medida aceptamos ser los ejecutores de esas acciones.

Ser responsable exige ver más allá de nuestra propia conveniencia y buscar en el bien común las razones de hacer o evitar algo. Porque la responsabilidad va más allá de lo meramente individual, entra en el plano social cuando nuestra conducta toca los intereses colectivos. Allí debemos responder a la comúnidad, un ser abstracto si se quiere, pero que tiene miles de ojos, dedos y corazones; que nos ven, nos señalan y nos sienten.

La responsabilidad puede ser una amarga obligación o una virtud que se convierte en valor personal. La responsabilidad que nos viene señalada desde fuera de nosotros, casi siempre será un peso o simplemente una carga que no queremos aceptar.

La responsabilidad que asumimos como compromiso con nuestras acciones, siempre será un valor destacado.

 

Sinceridad

La sinceridad es un valor muy relacionado con la verdad, es la expresión de sentimientos e ideas en congruencia con nuestras acciones y nuestros principios. Es una expresión franca y transparente de nosostros mismos.

Sin embargo a la sinceridad se le confunde con otras características de la comúnicación humana, que no son necesariamente importantes para lograr una buena comúnicación.

La sinceridad por ejemplo no tiene que ser groserías. Para decirle algo a tu vecino, como lo que en verdad piensas y sientes; no tienes porqué molestarlo, ofenderlo o agredirlo. Esto ya no es sinceridad sino falta de prudencia y agresividad.

Los mensajes que mejor llegan son los que se expresan directamente, pero no buscan ofender a la otra persona; simplemente llegan porque quien los escucha no tiene que defenderse de ellos sino identificarse con ellos.

La sinceridad pasa a ser un valor en nuestra vida personal cuando la aplicamos a nuestras relaciones. Ella nos evita malos entendidos y confusiones, nos propicia el diálogo y el entendimiento entre las partes; donde en el terreno comúnitario debe facilitar el intercambio entre las personas.

Claro está, que la sinceridad como valor exige madurez para recibir también mensajes que pueden no ser agradables pero que nos aportan algo importante a nuestro crecimiento. Por ello, la sinceridad va a requerir del valor de la tolerancia y bastante de amor a la humanidad; para no quedarse en las palabras duras sino en el conocimiento cierto que puede esconderse en ellas.

La sinceridad es un valor positivo para nuestra sociedad, su transparencia es la que busca la democracia participativa; pero no es un valor de fácil práctica, porque sus profundas exigencias nos ayudan a modelarnos como personas imperfectas, pero en búsqueda de una perfección posible en el intercambio con nuestros semejantes.

 

Solidaridad

En ocasiones las palabras pierden su significado por el uso indiscriminado que les damos, a pesar de la enorme frecuencia con que la usamos. La palabra solidaridad sin embargo aún mantiene su sentido primordial, es colocarnos en el lugar del otro, sentir lo que él sentiría y regresar a nuestro lugar para actúar en consecuencia. Esto no es nada complicado aún que parezca, ponte en el lugar del otro; pero actúa desde donde tu estás y como tú, el resultado es la solidaridad.

El acto de solidaridad es desprendido y generoso, acudimos a la ayuda del otro simplemente porque ese otro individuo es un ser humano o ese pueblo un pueblo de semejantes. Aúnque la solidaridad comienza y se aprende en casa, es en el campo de nuestras relaciones con quienes no son nuestra familia o nuestros allegados donde se demuestra.

Por ejemplo, es más fácil ayudar a nuestra madre que a alguien desconocido. Con nuestra madre el acto de cooperación es consecuencia del afecto materno filial. Pero con un desconocido es real solidaridad. Traduce el afecto por la humanidad, el desprendimiento y la generosidad.

La solidaridades fruto de la conciencia de quienes somos, como seres humanos que compartimos un mismo espacio y un mismo tiempo. Compartimos hasta el aire que respiramos sin distinción algúna. En consecuencia, podemos compartir nuestras propias acciones y nuestros bienes con quien está a nuestro lado y lo necesite, más aún con aquellos quienes están más distantes, pues el acto de solidaridad se hace mayor.

La solidaridad se demuestra generalmente en los momentos difíciles ya que en las ocasiones festivas o en los triunfos, tal vez demostremos otros sentimientos; pero la solidaridad es prestar apoyo a quien lo necesite por el sólo hecho de que lo necesite.

La solidaridad es un valor que complementa otros como la generosidad y el amor a la humanidad. Con su ejercicio crecemos como personas humanas.

 

Tolerancia

En tiempos de lucha la tolerancia esencial para Continuar siendo humanos. Es el respeto a la otra persona a pesar de las diferencias que mantengamos con ella. Contrariamente, incluso, de las acciones inadecuadas que esas personas puedan emprender en contra nuestra.

La tolerancia es ejercicio de discernimiento, lo que significa que podemos separar lo que quiere decir el valor de la persona, el valor de la vida humana, el valor de la existencia; de lo que son acciones, pensamientos y emociones que las personas puedan tener.

La tolerancia es consecuencia del acto de valorar la vida humana, de apreciar a los otros seres. Es conocer que existen diferencias fundamentales en la manera de pensar entre distintos individuos o grupos humanos. Pero es también conciencia de que la otra persona es un ser humano como nosotros y que el otro conglomerado también posee razones aúnque no las compartamos pues tienen el mismo derecho a la vida, la libertad y a la expresión de sus ideas.

El fragor de la batalla del pensamiento en ocasiones, nos vuelve insensibles a lo que son en esencia nuestros contendores. El valor de la tolerancia nos devuelve a la raíz de donde todos venimos, compartimos la vida y la condición de seres humanos. Así que las diferencias de concepción del mundo, de credos, de puntos de vista, son sólo circunstancias y como tales las apreciamos.

El valor de la tolerancia se demuestra exclusivamente, pues en el ejercicio de la discrepancia de idea, no hay otro medio. Cuando todos coincidimos en nuestros puntos de vista no hay tolerancia sin un compartir de ideas, pues la tolerancia es muy exigente. Por sobre las emociones encontradas, por sobre las ideas e incluso las acciones, que en ocasiones disparatadas el valor de la tolerancia nos devuelve a la esencia de nuestra humanidad; al reconocimiento del semejante y con ello nos hace crecer como personas.

 

Laboriosidad

Este valor está asociado al trabajo, donde algúno autores lo reconocen por este mismo nombre Trabajo. Lo cierto es que él construye el mundo tal cual es, el territorio donde se desarrolla el ser humano. Un préstamo de la naturaleza que el hombre transforma con su esfuerzo y su inteligencia. El trabajo es la modificación de la tierra en beneficio de la existencia humana.

Esto sería muy ambicioso, si vemos sólo nuestro pequeño esfuerzo cotidiano. ¿En qué medida lo que yo hago cambia el mundo?, si nos limitamos a pensar que el trabajo es sólo una acción para el beneficio inmediato de nosotros y nuestras familias tal vez no le encontremos sino ese significado, útil, pero limitado.

Todo esfuerzo humano sirve de algúna forma a modificar la realidad que nos fue entregada. Porque la constancia en el trabajo es lo que nos da la laboriosidad que tienen la capacidad de irse sumando a otros valores, que en tu actúar de conjunto con el del vecino o compañero de labor, van formando un gran todo. Así, la laboriosidad del trabajo viene a ser la suma de muchos esfuerzos que no son aislados, pues se dan consecutivamente a lo largo del tiempo y en diversos lugares. Por eso la singular importancia de cada pequeño impulso a la contribución del todo.

La laboriosidad también tiene capacidad de transformar tu vida en términos prácticos. Tu trabajo productivo te señala posibilidades de superación y si a la vez colocamos en el trabajo la motivación suficiente, las ganas de hacer bien las cosas y de hacerla mejor cada vez; estaremos emprendiendo la vía del mejoramiento personal a través del trabajo.

La falsa concepción de que el trabajo era para los sirvientes y que el hombre superior no trabaja, ya cayó en desuso por persistencia de diversos pueblos trabajadores. La laboriosidad en materia de trabajo es una vía de liberación del ser humano, del hombre y de la mujer. Pero será de esa manera sólo si es capaz de transformar la condición útilitarista del trabajo, dándoles la dimensión de valor inalienable que nos permite llegar a ser personas.

 

Verdad

Vivir en la verdad es un compromiso con uno mismo, es simplemente un compromiso de vivir.

La verdad en ocasiones, se convierte en una especie de objeto que buscando con avidez se hace una cosa y sin embargo esta búsqueda ansiosa y externa, que desea una captura de un cuerpo que se toque o se vea, parece una tarea infructuosa, pero no lo es; pues aúnque la verdad parece ocultarse en otro sitio, ella en sí es transparencia.

Nuestro compromiso con una verdad externa siempre estará marcado por las dificultades, por deslealtades y hasta culpabilidades. Si la volvemos un objeto, se aparta de nuestras posibilidades inmediatas y se hace inaccesible; donde llegamos a engañamos paradójicamente buscando la verdad.

Cuando logramos comprender que la verdad reside en cada uno de nosotros, en nuestra interioridad entonces la verdad se hace una posibilidad y no una invención extraña a nuestra vida. En ese momento la verdad se activará como valor en nuestra vida. Entonces podemos comprenderla como una posibilidad compartida. Sin el fanatismo de quien se cree único dueño de ella. La verdad es siempre un bien compartido.

Como valor la verdad, está ligada a la sinceridad, al bien común, a la convivencia y a la tolerancia. Porque todos estos valores se complementan en el ser que busca una felicidad plena. Siendo el compromiso con la verdad un compromiso de vida. Es dejar que la verdad que está en nuestro interior se manifieste, sin tratar de publicarlo ni ganar ventajas cuando ello suceda.

La verdad es una flor muy frágil, donde el manoseo la arruina y sólo la contemplación la descubre, la capta, la disfruta, la hace posible en su singular belleza. La verdad es una belleza que nos pertenece a todos como seres humanos y un valor que nos ilumina el camino.

 

CONCLUSIONES

Los valores representan siempre una guía para la acción, que te permite asegurar la felicidad. Todo el esfuerzo que te exigen tiene ese sentido final, conceder la felicidad. Pero observa bien tu felicidad personal, sólo puede lograrse en un conglomerado de felicidades compartidas. ¿De qué te vale ser feliz a costa de la desdicha ajena?. Tarde o temprano quienes son felices por tu causa te cobrarán su aflicción y serás terriblemente desdichado. La felicidad individual, familiar y comúnitaria están indisolublemente unidas; porque como has constatado somos seres en relación. Por lo que se puede entonces ir más allá. No sólo no hacer mal, sino fomentar la mejor manera de que todos ganemos en nuestra relación. Allí comenzarás a ejercer los valores de una manera casi perfecta. En función de su sentido más profundo, que no es otro sino tu mismo. Porque la razón de ser de los valores, la verdadera y profunda razón de que existan valores es tu propia existencia como persona, integrada en una familia y en una comúnidad.


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