Crear
un gran producto es, en definitiva, un arte. Y mucho más cuando se trata de
hacerlo indispensable a los consumidores finales.
Para dicho fin, las compañías deben "evangelizar"
sus creaciones. Aunque
parezca un término religioso, la palabra proveniente del vocabulario griego
evangelismo no significa más que "el traer buenas noticias a
alguien". Por ende, las características de un excelente producto deberán
contener las siguientes siglas que garantizarán su definitivo éxito en el
mercado: PCCEE.
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Profundo: que tenga inagotables
características y funciones para que el usuario no se aburra de él con
el paso del tiempo.
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Complaciente: lo haga sentir
bien al momento de efectuar la compra.
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Completo: que vaya
mucho más allá de ser una simple cosa "física" y le ofrezca al
usuario final una experiencia como ninguna otra. Para ello son
indispensables la adecuada documentación de uso y soportes de atención al
cliente y técnico en el periodo de post-venta.
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Elegante: que funcione acorde con las expectativas del usuario (éste no debe darle
lata, sino mejorarle su calidad de vida).
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Emotivo: que sea tan
profundo, complaciente, completo y elegante que obligue al usuario a
recomendarlo a otros con
devoción.
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