La magia de la amistad no tiene
explicación lógica; está dentro de nosotros.
Pueden pasar los años y con un simple encuentro se aviva, como si no
hubiese pasado un día de ausencia.
Habrá
sensación más agradable que una tertulia entre amigos, donde no se distingue
entre amigos viejos y nuevos?
Nosotros
envejecemos, pero, la amistad siempre está igual. A la amistad no le pasa el tiempo.
Todos los estudios respecto al buen vivir resaltan la importancia de
compartir con amigos. Yo no sé si cura los males del cuerpo, lo que sí tengo certeza es que
es lo mejor para el alma.
Recordar la infancia, la adolescencia o cualquier etapa
de la vida, con amigos, reír, dialogar y compartir sus alegrías y tristezas, es sin duda siempre la mejor
terapia y una sensación sublime del espíritu.
El abrazo
fraternal de un amigo es
únicamente comparable al abrazo con los hijos o los nietos.
Gracias a la vida por haberme dado la fortuna de contar con amigos como los que
tengo. Con sus virtudes y
defectos. Sentir lo que siento cuando estoy o sé de ellos,
es la sal de mi existencia.
Siempre he pensado que si fuimos hechos a imagen
y semejanza de Dios, es porque existe el sentimiento virtuoso de la amistad.
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