Los humanos no son perezosos por
naturaleza y los niños en particular tampoco lo son.
Les gusta trabajar duro si son parte de
un equipo y quieren
ser miembros activos de la familia y les gusta ayudar.
Un niño
sabe que su contribución
es importante, por eso deja que te ayude de una forma real desde sus
primeros años.
No supongas que necesita algún otro
tipo de distracción
mientras tú haces todo y enséñale
a colaborar.
Organiza en familia las tareas diarias que la familia necesita
realizar y cuenta con él
sin imponer.
Si no quiere busca los motivos y no pienses sin más que es que
no lo desea o que es egoísta. Es erróneo suponer sin verificar.
Admite
que hay razones que acaso
no conoces y maneja todo con amor y con un diálogo amable.
Dile: “Estoy aquí para entenderte y
ayudarte; estoy de tu lado. Vamos a encontrar una solución juntos”.
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