Pensó
un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su
comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño,
despistando totalmente al pastor.
Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con
todo el rebaño a un encierro, quedando la puerta asegurada.
Pero
en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente,
tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.
Moraleja:
Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.
No se pierde es segundos lo que cuesta construir horas,
ni en horas lo que cuesta construir dias, ni en dias lo que cuesta costruir
años y nunca se actua sin medir consecuencias.
Medir nuestras palabras y acciones significa haber previsto la consecuencia de las mismas y estar dispuestos a asumirlos.
Medir nuestras palabras y acciones significa haber previsto la consecuencia de las mismas y estar dispuestos a asumirlos.
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