Hay
algo mucho mejor que lamentarse de los tiempos malos: dedicarse a mejorarlos.
Siempre se ha comprobado que los pesimistas sufren más que
los optimistas y viven menos.
Mira, pues, cómo pulverizas tus dudas,
afianza la fe y persevera cuando tiendes a rendirte.
No te sientas condenado a la
desesperanza y libera
emociones que te bloquean: miedo, culpa, orgullo y odio.
El escritor francés Víctor Hugo acertó
al decir: "Cuanto más
pequeño es un corazón, más odio alberga".
Envía lo negativo a un desván sin
llave, conéctate con Dios y elige
volver a creer y esperar.
Valora
lo mejor de ti mismo y cree que los imposibles se hacen realidad cuando crees, amas
y esperas.
Sé como la oruga que entra con
paciencia al estado de crisálida y, un día, vuela libre una linda mariposa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios