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El que se viste con lo ajeno, en la calle lo
desnudan.
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El trabajo duro purifica el espíritu.
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El que nace pa´ maceta, no pasa del corredor.
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Cuando el dinero habla, todos callan.
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A quien gana buscaras, que quien pierde, el
volverá.
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Antes se pilla al mentiroso que al cojo.
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Ya los pájaros le tiran a la escopeta.
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Es la misma gata, pero revolcada.
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Puerco no se rasca en javilla.
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Arrastrando, arrastrando, el caracol se va
encaramando.
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Gato gordo, honra su casa.
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La soga se rompe por lo más fino.
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La música calma a las fieras.
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Solo sé que poco sé y lo poco que sé apenas lo sé.
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Porotos a medio día y a la noche porotos, mala
comida y mala cena.
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El que presta, a pedir se atiene.
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La ropa sucia se debe lavar en casa.
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El diablo sólo tienta a aquel con quien ya
cuenta.
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No hay tonto que no se tenga por listo.
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Eres como el que asó la manteca.
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Mientras más aprendo menos sé.
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La variedad place a la voluntad.
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Chimenea nueva blanca unos días, y al cabo
negra.
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La casa es chica, pero el corazón es grande.
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Con bolsillo ajeno, todo el mundo es limosnero.
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Auyama no pares calabaza.
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Una de cal y una de arena.
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Mujer llorona, es p*t* o ladrona.
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A lo que se quiere bien, se castiga.
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Un deportista más, un delincuente menos.
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Al abad sin ciencia ni conciencia, no le salva
la inocencia.
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Quien escucha, su mal oye.
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La unión hace fuerza.
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A falta de manos, buenos son los pies.
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La necesidad hace parir hijos machos.
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La vergüenza es última que se piedra.
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Cacarear y no poner huevos, cada día lo vemos.
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Moro viejo, mal cristiano.
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No se puede servir a dos señores.
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Zapatero, a tus zapatos.
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A quien amasa, una le pilla y ciento le pasa. A
quien cuida la peseta nunca le falta un duro. (En España, cinco pesetas es un
duro.)
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Un sabio y un tonto saben más que un sabio solo.
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Al hombre desconocido, no le toques la oreja.
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Más cura una dieta que diez recetas.
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La belleza entra por la boca.
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De sabios es variar de opinión.
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