Me llegó un buen mensaje sobre aquello que se
ve como fácil o difícil en el camino de la vida: Fácil es herir a quien te ama, difícil es curar esa
herida y comprometerte a no volver a rayar un corazón.
Fácil es juzgar y criticar a los demás, difícil es comprender, mejorar tú mismo y no creerte mejor que otros.
Fácil es decir “te amo”, difícil y exigente es demostrarlo con acciones, vivirlo de hecho y sin actos bajos o falsía.
Fácil es prometer algo con ligereza, difícil, pero valioso es cumplir sagradamente cualquier compromiso.
Fácil es cometer errores, difícil es reconocerlos con humildad y hacer cambios positivos con pasión y persistencia.
Fácil es pelear con la dura realidad, difícil es aceptarla y adaptarse a ella sin batallas estériles y sin quejas.
Fácil es rezar, diezmar o alabar en el templo, difícil es hacer en todo la voluntad de Dios.
Algo deja de ser difícil si le pones toda el alma y todo el corazón.
Fácil es juzgar y criticar a los demás, difícil es comprender, mejorar tú mismo y no creerte mejor que otros.
Fácil es decir “te amo”, difícil y exigente es demostrarlo con acciones, vivirlo de hecho y sin actos bajos o falsía.
Fácil es prometer algo con ligereza, difícil, pero valioso es cumplir sagradamente cualquier compromiso.
Fácil es cometer errores, difícil es reconocerlos con humildad y hacer cambios positivos con pasión y persistencia.
Fácil es pelear con la dura realidad, difícil es aceptarla y adaptarse a ella sin batallas estériles y sin quejas.
Fácil es rezar, diezmar o alabar en el templo, difícil es hacer en todo la voluntad de Dios.
Algo deja de ser difícil si le pones toda el alma y todo el corazón.
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