Para
algunos una relación de pareja feliz es una simple utopía, de hecho hay quienes
aseguran que ninguna pareja es feliz y que las relaciones amorosas son una
especie de tortura elegida.
Y bueno para todos hay. De seguro para esas personas que les cuesta creer que la
felicidad en pareja es factible, será complicado obtenerla e inconscientemente
harán cosas que refuercen su creencia.
Enfoquémonos
en los que sí piensan en la felicidad en
pareja como algo alcanzable y trabajan en ello y además lo consiguen. Esas parejas no están
conformadas por dos personas perfectas, sino por dos personas que tienen
un norte claro, que los
guía cada día y además lo comparten. Ése es el secreto.
Proyecto
de pareja
Compartir
un proyecto de pareja y trabajar por él a diario, hace la diferencia. Si
ambos integrantes desean proyectarse a futuro juntos y tienen en sus mentes una posición para su vida
de pareja establecida, van a alimentar su día a día con los detalles
necesarios para que eso sea viable. Cuando establecemos prioridades, éstas activan las alarmas si tomamos
una dirección contraria a donde queremos llegar.
Además
que tener una relación con una posición privilegiada en nuestra lista de
prioridades, nos hace tener proyectos
individuales que podamos acoplar y no sean incompatibles con la relación.
Muchas veces cada quien busca su propio desarrollo, sus oportunidades, sin
considerar cómo pueden afectar estos a la relación. Y no se trata de dejar de
lado nada, sino de incluir
a la pareja (con todo su conjunto de individualidades en todo) y viceversa,
porque se deja de ser dos, para ser uno… Esto puede dar miedo, pero para que la felicidad esté
presente y sea bilateral, debe darse así.
Podemos
ser felices en una relación cuando nos sentimos parte de, cuando nos sentimos
importantes y seguros y esto parte de nosotros mismos, pero se afecta con las
acciones del otro. Si cada uno se encarga de remar hacia el mismo punto,
de seguro llegarán satisfechos a destino, luego de un camino disfrutado, en el
que se ha dado relevancia a la persona con la que estamos.
Tantas
personas y coincidir…
Hay
millones de hombres y de mujeres. El estar con alguien, el coincidir,
debe ser algo para construir una felicidad conjunta, que parta de la felicidad individual. Nadie puede ofrecer lo que no
tiene y no podemos pretender ser felices con alguien, si no lo somos con
nosotros mismos.
Una pareja que se elige, que se compromete, que se ama en libertad, no
porque no le queden opciones, sino por el contrario, cada uno sabe que hay millones y escoge a esa otra
persona y se siente afortunado de que esa persona lo escoja, hace lo posible en su día a día
para demostrar su amor, para disfrutar, para colmar al otro de todo lo bueno.
Cuando
la pareja tiene claro a donde va, no se distrae, no arriesga lo que tiene, ni
hace cosas que le lleven a dudar o a desencantarse, por el contrario,
hace lo que esté en sus manos para renovar el amor cada día, para que siempre
existan motivos.
Resolver
diferencias desde el amor
Las
diferencias se atienden de manera especial, porque no queremos destruir o
afectar la visión y los proyectos que compartimos, no se le da más importancia
al punto de llegada, sino que ese punto sirve de inspiración y de recordatorio
para todo lo que se hace durante el camino.
Porque
no se trata de llegar a una meta, como a veces ocurre con algunas parejas, que
se vinculan entre sí procurando buscando a un compañero de por vida,
pero no alimentan su día a día con lo necesario y lo único que tienen es una
relación frágil y vacía, que no los llena… si logran llegar al objetivo, sin duda será muy
desgastados y con una relación bastante erosionada.
Una
pareja feliz no pretende la perfección, pero sí pretende las buenas
intenciones, el cuidado, el respeto y el amor, para poder llegar en una sola
pieza a ese norte que les guía.
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