Un
experto asegura que el éxito o el fracaso de una relación matrimonial se puede
predecir analizando la forma en la que una pareja se comunica.
Se dice que la comunicación es la base de una buena
relación. Pero el asunto
no está solo en comunicar, sino en la forma en que se hace.
Es posible predecir un conflicto matrimonial con más de
un 90 % de exactitud con
solo observar la comunicación de una pareja unos minutos.
Con base en “los cuatro jinetes del apocalipsis de una
relación”, se puede predecir hacia dónde va la pareja.
Los cuatro “jinetes” (una metáfora que representa el
final de los tiempos del Nuevo Testamento) son: la crítica, el desprecio, la defensividad y el desapego
emocional.
1) Críticas: el primer error a la hora de entrar en una
discusión es criticar a la
pareja como persona y no la situación o el problema en particular. En el
primer caso, el mensaje podría ser algo como “eres un egoísta por hacer eso”,
mientras que en el segundo, “me
molestó que hicieras esto porque…”.
Las
generalizaciones y los ataques personales son formas de comunicación muy
distintas a las molestias o los desacuerdos sobre un determinado comportamiento
o una situación. Señalamientos como “inmaduro”, “inseguro”, “egoísta”,
“manipulador”, etc., son ataques que desatan este ciclo de críticas
destructivas.
En resumen, pretender cambiar a
la persona o criticarla en su totalidad es el primer error, el cual, además,
desencadena otros.
2)
Desprecio: Una vez se abre la puerta a la comunicación por medio de la
crítica, puede aparecer el desprecio. Para esto no es necesario criticar a la pareja
verbalmente, bastan gestos, miradas, burlas o comentarios que transmiten la
idea de superioridad o de rechazo.
Estos comportamientos, naturalmente, generan reacciones de la otra
parte, quien puede responder con desinterés, temor o falta de atracción física.
Las
parejas que se tratan con desprecio tienen más probabilidades de padecer
enfermedades infecciosas, debido a que su sistema inmunológico es más débil.
3)
Defensividad: es el tercer síntoma que predice el fracaso. La
manifestación de esta actitud se evidencia al buscar excusas y negar la responsabilidad de las
conductas descritas anteriormente. El estrés, los problemas
laborales y la falta de tiempo, son algunas de las razones en que la
pareja se escuda para no aceptar sus comportamientos negativos.
Inclusive, la persona que está a la defensiva en
ocasiones tratará de culpar a su pareja y de actuar como víctima.
La
investigación muestra además que no sólo importa cómo pelean las parejas, sino
cómo se reconcilian. “Los matrimonios se tornan estables a través del
tiempo si las parejas aprenden a conciliar con éxito después de una pelea”,
asegura. El objetivo no debe ser pretender que los conflictos desaparezcan, sino saber manejarlos y
solucionarlos, es decir, saber pelear.
4)
Desapego emocional: El último “jinete” es el desapego o el desinterés
emocional. En este punto, la
pareja prefiere ignorar y ser indiferente en lugar de afrontar los problemas.
La resignación ante los conflictos lleva a una frialdad en la que muchas
parejas se mantienen por comodidad, temor y apego, pero no por amor.
Sin
embargo, las parejas que llegan a esta etapa muchas veces duran más tiempo.
Cuantitativamente el especialista concluyó que ante los primeros tres
problemas, la pareja se divorciará 5,6 años después de la boda, pero si se
llega a esta última etapa, puede durar hasta 16,2 años.
Los resultados del estudio se clasifican en: parejas
felices que se mantienen casadas, parejas que se divorcian y parejas infelices
que se mantienen casadas.
Las lecciones parecen indicar
que un matrimonio, ante todo, requiere trabajo, pues el enamoramiento no es un
estado estable ni permanente.
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