En 1555 Nostradamus publicó
sus famosas Centurias en un lenguaje elástico, oscuro o críptico y ambiguo.
Un lenguaje genérico que se presta para cualquier interpretación como de hecho ha sucedido.
Sus cuartetas anuncian epidemias, terremotos, guerras, inundaciones, sequías, asesinatos y batallas.
Sus fanáticos las aplican
después de sucedido cualquier hecho y por eso las acomodan de algún modo.
No hay una sola cuarteta que se haya interpretado antes de lo que supuestamente
va a suceder.
Y como su lenguaje es de
caucho, Nostradamus siempre queda como un gran profeta.
La verdad es que la credulidad de muchos no tiene límites y su sentido crítico está anestesiado.
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