En 1960 en la universidad de
Stanford hicieron un experimento para poner a prueba la fuerza de voluntad de los niños de 4
años.
Pusieron frente a ellos un bombón grande y se les dijo que
podían comerlo enseguida o que, si esperaban 15 minutos, podían comer dos.
Se dejó a los niños
solos, algunos comieron el bombón de inmediato, otros no esperaron más que unos
minutos antes de ceder a la tentación y sólo un 30% logró esperar todo el
tiempo.
Con el paso del tiempo les siguió la pista y descubrió algo
muy interesante: los niños que no pudieron esperar enfrentaron dificultades en
etapas posteriores de la vida y tuvieron más problemas de comportamiento;
mientras que los que esperaron demostraron la tendencia a ser más positivos y
tener mayor motivación, mejores notas, ganaron más dinero y sus relaciones
fueron más sanas.
La
facultad de esperar, de ser más pacientes, es un rasgo clave de la personalidad
que puede predecir el éxito posterior en la vida.
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