Especialistas
explican las alteraciones que sufre el cuerpo cuando se llega a la abstinencia.
Abstinencia sexual nos vuelve menos
inteligentes y más agresivas
Una de las preguntas más frecuentes a
los psicólogos es sobre el sexo y es que la mayoría de las personas pensamos
que no tener sexo influye directamente en nuestra salud.
¿Cuándo es, entonces, la abstinencia un
problema?
Si es consciente de que no tiene actividad sexual y eso le preocupa, puede tener un efecto pernicioso.
“Cuando
se habla del cese de la actividad sexual, no por una causa voluntaria sino por algo que lo impide,
hay estudios muy interesantes, que abordan los efectos sobre la autoestima de la persona o la idea
del autoconcepto, aumentando el estado de depresión y ansiedad. Una persona que no ha tenido
nunca una actividad sexual sola o compartida no es tan consciente de lo que
ocurre, y a lo mejor, si se cuida en otros aspectos, la falta de
sexualidad no tiene por
qué ser tan negativo. Pero
en una persona que en un momento determinado ha tenido sexualidad y la cesa o
la deja, el perjuicio es mayor porque es consciente de esa ausencia, y la afectación psicológica
se acaba traduciendo en otros procesos fisiológicos y orgánicos”.
El estrés lo provocan condicionantes
diversos, como la falta de sueño o las preocupaciones diarias, pero también podría
estar relacionado con el sexo.
“La
tendencia natural fisiológica sería siempre compensar a nuestro cuerpo: si estamos
mal y nuestro nivel de
dopamina o de serotonina disminuye por tener bloqueados los sistemas de recompensa,
habría que recurrir a un mecanismo natural como el sexo para intentar
desbloquearesa situación, pero no lo hacemos de forma espontánea por los condicionamientos
sociales, morales y culturales que nos dicen que eso no está bien. Es un ejemplo
de cómo la percepciónde nuestra salud y la influencia de la cultura a veces nos
puede bloquearnos a la hora desolucionar nuestros problemas de salud”.
A más represión sexual, más agresividad
En
un estudio de 18 años, con revisiones bibliográficas e investigaciones
cualitativas sobre 66 culturas en diferentes lugares del mundo, Lucas demostró la relación entre el
papel de la mujer, la salud sexual y la agresividad.
“Las sociedades más agresivas son las
más abstinentes o reprimidas. Toda cultura tiene necesidad de contacto. En la sociedad donde lo femenino
es lo prioritario y donde la figura del padre o marido no existe, como en el
pueblo Na de China, la
moral sexual es flexible y la actividad es intensa, suele coincidir con
culturas muy pacíficas, mientras que las culturas patriarcales como algunas
tribus de Nueva Guinea, donde el 30% de los hombres mueren en acto bélico, son
más agresivas y a la vez tienen una moral sexual más represiva”, explica el
autor. Esa agresividad
motivada por la abstinencia también se puede expresar en sociedades como la
nuestra.
“Puede haberla si la abstinencia se
debe a una ausencia no relajada ni libremente tomada. La sexualidad es un valor, una
oportunidad, una capacidad y un instrumento rehabilitador y generador de
bienestar, pero no es una obligación. Pero si una persona no tiene
relaciones sexuales desde una óptica del pecado o por una disfunción,
enfermedad o incapacidad, o porque se ve feo, entonces se crea un problema”.
Menor
inteligencia
Vinculado al descanso y la relajación,
el beneficio de la actividad sexual sobre el sueño es también algo que suelen
perder los abstinentes:
“Es algo que antes los hombres lo
sabían,
pero ahora se les ha olvidado un poco. Antes utilizaban las relaciones sexuales para dormir y
relajarse. Ahora el estrés lo puede todo, y la gente no ve los remedios
fisiológicos que tiene nuestro propio cuerpo, sino que los desechan. Oír a nuestro cuerpo a veces nos
puede ayudar, como por ejemplo en el caso de recurrir a la actividad sexual
para dormir mejor”, aconseja Molero.
Aunque
no ha sido refrendada todavía en estudios posteriores, una investigación de 2013 llegaba a señalar que
una limitada actividad sexual podría traducirse en menos inteligencia,
atendiendo al papel del sexo como incentivo de la neurogénesis [la creación de
nuevas neuronas] y la mejora de la función cognitiva, gracias a que los encuentros sexuales pueden
impulsar el crecimiento celular en el hipocampo, la región cerebral de
la memoria a largo plazo.
Descuido de los genitales
Mantener relaciones sexuales
contribuyen a una cuestión nada baladí: la consciencia sobre el cuidado de los
genitales.
Algo que se suele descuidar en los casos de abstinencia, recuerda esta
sexóloga.
“A veces no tenemos en cuenta lo que
tenemos:
la vagina es un músculo y si no se trabaja, acaba estando laxo y aparece una
hipotonía. El hecho de
notarlo en las relaciones sexuales nos hace ser más conscientes a la hora de
cuidarlo y trabajarlo.
Es algo muy parecido en el caso de los hombres como el riesgo de
cáncer de próstata. Cada
vez que el hombre eyacula pone en marcha todos unos mecanismos musculares,
neuronales y endocrinos que hacen que el líquido fluya y genere una cierta
limpieza y descongestión de la próstata, y si no hay esa actividad, no hay
tanto recambio”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios