Conocer los factores que influyen en tu
peso te ayudará a conocerte mejor y poner manos a la obra.
"Desde
niño he sido gordito", "soy gordito porque todos en mi familia son
así", "es de
herencia", estos y muchos otros son los grandes pretextos que la gente usa
para justificar ante los demás su sobrepeso, es un hecho que la genética
es un factor clave que influye en nuestro peso, pero no sólo es la genética
también es cuestión de hábitos.
Aunque tengas tu árbol genealógico
repleto de familiares obesos, eso no significa que tú también tengas que serlo, así lo reporta una
investigación británica.
En
el estudio analizaron la composición del ADN de 20,430 personas y encontraron
que aquellos que tenían
mayor variación genética y predisposición a la obesidad son más corpulentos.
Pero cuando compararon los niveles de actividad de los participantes con sus
genes, la imagen fue brillante: mientras cada variación genética aumentaba en
promedio 600 g en las personas que eran sedentarias, en los participantes
activos (aquellos que ejercitaban al menos 30 minutos al día), el promedio era
de 362 g.
Estas
investigaciones han resultado bastante útiles, ya que proporcionan una visión
mucho más amplia de cómo atacar el problema de la obesidad de una manera
objetiva y tener más conocimiento de nuestro perfil genético. En cuanto al metabolismo, que
también juega un rol importante, la genética de cada persona determinará la
manera en que se metabolicen los distintos nutrientes que consume.
Teniendo esta información más clara, se podrían dejar de lado los alimentos que
causan el aumento de peso en los individuos, y se podrían recomendar otros que
beneficien la alimentación.
Lo primordial es aceptar que se tiene
un problema con el control de nuestro peso, decidirnos a cambiar y fijarnos objetivos
saludables y sencillos para lograr nuestra meta, pero, ¿cómo hacemos esto? Lo
más importante es conocer nuestra genética, saber a qué somos propensos y cómo
funciona nuestro metabolismo, de eso dependerá la dieta y ejercicios que mejor
se adecuen a las necesidades de cada persona. Así que no todo es cuestión y culpa de la genética, los
buenos y malos hábitos alimenticios también son un factor que influye.
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