Estamos los dos solos.
El rumor de las olas se escucha a lo lejos.
Pensamos en estrellas,
en el amanecer.
El mar arrastra los caracoles,
y viajan sonoros hasta el final de la playa.
La
arena acaricia nuestros pies,
la
luna dibuja nuestras siluetas.
Tu aliento se mezcla
con la brisa salada del mar.
Mis
pupilas reflejan las estrellas
y
tus ojos.
Tus
ojos no reflejan los míos,
solo
susurran palabras del mar.
Y yo te beso con mis ojos.
Y
yo te beso.
Y yo te canto.
Y tu me escuchas.
Y no dices nada.
Me
miras con ojos tristes,
con
ojos de adiós.
Sólo
callas.
No encuentras los besos
para una dulce despedida.
Y yo te miro.
Y yo te beso,
con mis ojos.
Y tu callas.
Y bajas tu mirada a los astros azulados.
Tu silencio es lunático.
Tu silencio es de estrella.
Cuando te toco te quemas,
te destiñes,
y lloras.
Y tus cenizas se mezclan con la arena
entre huellas marrones
entreborradas por las olas
salvajes del mar.
Y la luna sigue intacta,
como si estuviera inerte.
Pero está viva,
más viva que nunca.
Arde de pasión,
como nosotros cuando nos besabamos
cobijados con la arena
y las olas tibias del océano inmenso.
En la playa todo muere.
Tus
ojos mueren,
enterrados
en la arena.
Y yo agonizo.
Morimos juntos,
de amor,
por el mar,
por el cielo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios