Alégrate si sacas tiempo
para examinar tu vida, relajarte, meditar y estar en silencio y en paz.
Alégrate si te alejas del
bullicio y te cultivas en tu interior y en un grupo de crecimiento espiritual.
Cuando actúas sin pensar eres como el granjero que en una feria se
enamoró de un hermoso caballo y lo compró.
Le dijeron que el anterior
dueño era un predicador y que el equino corría si le decía "gracias a
Dios", y paraba si le decía "amén".
Se montó para probarlo,
dijo "gracias a Dios" y el animal salió veloz al galope.
El granjero lo dejó en
libertad, gritaba feliz "gracias a Dios" y el caballo corría como el
viento.
Súbitamente llegó cerca de un precipicio y gritó atemorizado:
"para". El animal no obedeció y, entonces, se acordó y gritó:
"amén".
El caballo se detuvo justo
en el borde y el granjero con una sensación de alivio se secó el sudor y
exclamó: "gracias a Dios".
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