El estrés es una respuesta adaptativa
que resulta beneficiosa para mantener nuestra salud y para enfrentarnos de
manera positiva con los retos cotidianos. Pero, cuando ante esos mismos retos,
ya sean familiares, laborales, personales, etc. no disponemos de los recursos
apropiados para manejarlos, se produce una sobre-activación de nuestro
organismo que, a la larga, puede resultar perjudicial.
El estrés puede influir también en las
lesiones que se producen durante la actividad deportiva. En este sentido, las
lesiones deportivas en las personas que se dedican profesionalmente al deporte,
fútbol, baloncesto, etc. se podrían considerar “accidentes de trabajo”. En este
artículo no voy a hablar de éste colectivo, sino de las personas que simplemente realizan deporte
para mantenerse en forma o como actividad lúdica.
Existen
muchas variables que contribuyen a la vulnerabilidad de los deportistas a las
lesiones, entre ellas: la
edad, la falta de preparación física, el cansancio, la alimentación
inapropiada, etc. y, como no, la presencia de estrés en la vida del individuo.
¿Cómo
afecta el estrés a las lesiones deportivas?
El estrés debilita el sistema
inmunitario del organismo y lo hace más proclive a sufrir lesiones.
El
estrés provoca una sobre-activación que acelera el cansancio y el agotamiento
físico de la persona.
También se sobre-activa la musculatura
de la persona que le hará menos flexible y con menos coordinación motora, perjudicando
la calidad de los movimientos del cuerpo.
El estrés promueve en la persona
comportamientos agresivos o de riesgo que favorecen las lesiones.
Un estrés elevado puede producir
déficits atencionales
que pueden contribuir a ignorar información importante del entorno y que aumentan
la probabilidad de lesión.
Cuando
el entrenamiento se realiza para controlar situaciones de estrés (laborales,
familiares, etc.) se puede producir un exceso tanto cuantitativo como
cualitativo de actividad deportiva, que favorezcan la lesión.
Por otra parte, la ausencia total de
estrés produce una baja activación que no sería adecuada para la práctica
deportiva. En este sentido
una cierta dosis de estrés es beneficiosa para el correcto funcionamiento del
organismo que pretende dar una respuesta adecuada a una determinada
demanda externa.
“Estar alerta, he ahí la vida; yacer en
la tranquilidad, he ahí la muerte”
Como vemos, son varias las maneras que
tiene el estrés de aumentar la probabilidad de sufrir una lesión en el
transcurso de la actividad deportiva. Los fines de semana, por ser durante esos
días cuando más se hace deporte, las urgencias de los hospitales se llenan de
personas que han sufrido una lesión en el transcurso de un partido de fútbol,
baloncesto o de cualquier otra actividad deportiva.
¿Cómo podemos reducir los niveles de
estrés a un nivel óptimo para poder desarrollar la actividad deportiva sin
riesgo de lesión?
Modificar los pensamientos irracionales
y rígidos
que aumentan el riesgo de lesión, como por ejemplo: “Debo estar siempre al 100%”,
“Tengo que aguantar el dolor como sea”, etc. Esta manera de pensar suele
derivar en sobre-esfuerzos que resultan perjudiciales.
Si
bien la actividad física puede resultar beneficiosa para aliviar cierto nivel
de estrés cotidiano, cuando dicho estrés es demasiado alto, deberíamos recurrir
a otras estrategias complementarias para su control.
En este sentido, la práctica de alguna
técnica de relajación a diario será muy beneficiosa para bajar el nivel de
activación de nuestro organismo.
Convierte
la situación estresante en algo que puede ser superado, en un reto, en vez de
en una potencial amenaza.
Busca apoyo en tus compañeros de equipo
o en tus amigos. Expresa lo que te pasa y compártelo con aquellas personas
significativas en tu vida.
Pon
un poco de humor en tu vida. La perspectiva que te da el tiempo hará que te des
cuenta que aquello que te preocupaba no era tan “peligroso” como creías.
Desdramatiza los problemas: ¿Qué es lo
peor que me puede ocurrir?; seguro que no es tan malo.
Intenta dar solución a aquellos
problemas que te preocupan, no los dejes aparcados pensando que pueden
solucionarse solos.
El deporte te puede ayudar a reducir algo la activación y como actividad que
puede distraerte, pero no va a dar solución a tus problemas.
“La mayoría de las personas gastan más
tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos” (Henry Ford)
Por
último también es importante, para evitar lesiones, una adecuada “higiene de la actividad deportiva”,
es decir: realizar ejercicios físicos de calentamiento antes de hacer deporte,
organizar adecuadamente el tiempo de cara a la realización de la actividad
deportiva de modo habitual y no ocasional.
Intentar que nuestro peso corporal sea
el adecuado para el deporte que pretendemos realizar (cuidar nuestra
alimentación).
Analizar si los efectos secundarios de determinados medicamentos pueden
hacernos más vulnerables a las lesiones deportivas. Evitar o eliminar la
ingesta de alcohol o de tabaco. Realizar una actividad deportiva acorde con nuestra edad y forma física.
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