Tu vida se ilumina y mejora si te haces
bien consciente de que tal como crees, creas tu realidad.
Lo haces con el fantástico poder de los
pensamientos y de las creencias que te frenan o te impulsan.
Eres lo
que piensas, lo que crees y lo que sientes, eres el forjador de un destino
radiante o siniestro.
Es estéril culpar a tus padres de lo
que ya crecido tú haces o dejas de hacer con tu libre albedrío.
Es una
excusa fácil culpar a otros porque eres libre para soltar y sanar lo que tú
quieras, solo o con ayuda.
Abundan los ejemplos de seres que han
salido dejado drogas o licor porque fueron humildes para buscar apoyo.
Es una
falla que asumas el ingrato rol de “pobrecito yo” para mendigar cariño o
atención.
Eres libre para hundirte o volar. Todo depende de lo que
piensas, lo que crees y lo que sientes.
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