Los antiguos dedicaron los días a los dioses en quienes creían. El
domingo al Sol y el lunes a la Luna. El martes a Marte, el miércoles a
Mercurio, el jueves a Júpiter, el viernes a Venus y el sábado a Saturno.
En otros idiomas se ve más claro lo del
domingo: en inglés Sun-day y Son-tag en alemán.
En nuestro idioma y en nuestra fe, el
domingo es el "Día del Señor": Dominus es señor, en latín. Siendo
sinceros, ¿A quién
dedicamos hoy nuestros días? ¿Aparece Dios en el horizonte de nuestros afanes y
nuestras metas?
Cuánta paz disfrutan aquellos que inician el día dando gracias al
Creador y así lo terminan.
Cuánta alegría tienen los que viven con Dios y para Dios. Para ellos todos
los días son del Señor. Tratan a Dios como Padre y a los demás como
hermanos. Viven en armonía
con su entorno, porque se sienten "consagrados al Señor", como lo
proclama la Biblia.
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