El silencio, compañero de la noche, que solo lo interrumpe los suspiros
de recuerdos que a duras
penas emite el alma, mientras agoniza tu ausencia, y se pregunta
¿Porque no estas aquí?
¿Por qué no vuelves?
Mientras tanto te pienso,
linda, dulce y alegre; de piel aterciopelada, impregnada por ese sutil aroma
que se obtiene en los campos de alcatraces.
Será que tanto te extraño, que pienso en aquel día que te vi y que se paralizaron mis sentidos al
ver tu silueta, ese sentimiento que me envolvía e invadía solo al verte,
un fuerte palpitar dentro de mi capaz de mover montañas y de hacer cosas imposibles e
inimaginables.
Desde que te alejaste solo
me consuela la luna, que alumbra mi rostro humedecido, por las lágrimas
que llevan tú nombre. A la cual pregunto por ti y el porque de no merecerme tu amor; pero ni
ella ni nadie me da la respuesta, que habré hecho mal, a caso seré merecedor de
esta gran pena.
Será que no oyes mi llanto, será
que no ves mi anhelo. Tal vez mi amor nunca te convenció, tal vez nunca merecí
amarte; quisiera cerrar el libro del recuerdo, dejando paso al presente, encontrando el amor verdadero
igual al que tú pudisteis darme.
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