Hace unos meses el Papa Francisco ofreció a varias
parejas de novios que llegaron al Vaticano una serie de consejos para un
Matrimonio feliz.
1. Construyan juntos la casa
La casa se construye juntos, no solos, y construir significa favorecer y ayudar el crecimiento.
Queridos novios, ustedes
se están preparando para crecer juntos, construir esta casa, vivir juntos para
siempre.
No construyan en la arena de los sentimientos que van y
vienen, sino en la roca del amor auténtico, el amor que viene de Dios.
La familia nace de este
proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa, que sea espacio
de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo.
2. Piérdanle el miedo al “para siempre”
El miedo al “para siempre” se cura día a día, encomendándose al Señor Jesús en una vida que se convierte en un camino espiritual cotidiano, construido por pasos, pasos pequeños, pasos de crecimiento común, construido con el compromiso de llegar a ser mujeres y hombres maduros en la fe.
Estar juntos y saberse
amar para siempre es el desafío de los esposos cristiaños.
3. Practiquen la oración
En este camino es importante y necesaria la oración, siempre.
Él para ella, ella para
él, y los dos juntos.
Pidan a Jesús que
multiplique su amor.
En la oración del
Padrenuestro decimos: “Daños hoy nuestro pan de cada día”.
Los esposos pueden
aprender a rezar también así: “Señor, daños hoy nuestro amor de cada día”,
porque el amor cotidiano de los esposos es el pan, el verdadero pan del alma,
el que les sostiene para seguir adelante.
4. Practiquen la cortesía
Es necesario aprender a preguntar: ¿puedo hacer esto?, ¿te gusta si hacemos así, si tomamos esta iniciativa, si educamos así a los hijos?, ¿quieres que salgamos esta noche? En definitiva, pedir permiso significa saber entrar con cortesía en la vida de los demás.
Sí, la cortesía conserva
el amor.
Y hoy en nuestras
familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hay necesidad de
mucha más cortesía.
Y esto puede comenzar en
casa.
5. Aprendan a decir “gracias”
Decir “gracias” parece fácil, pero sabemos que no es así.
En su relación es
importante tener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios, y
a los dones de Dios se dice ¡gracias!, siempre se da gracias.
Y con esta actitud
interior decirse gracias mutuamente, por cada cosa.
6. Aprendan a pedir perdón
En la vida cometemos muchos errores, muchas equivocaciones.
Los cometemos todos.
He aquí entonces la
necesidad de usar esta sencilla palabra: “perdón”.
En general, cada uno de
nosotros es propenso a acusar al otro y a justificarse a sí mismo.
Acusar al otro para no
decir “perdón” es un instinto que está en el origen de muchos desastres.
Aprendamos a reconocer
nuestros errores y a pedir perdón.
“Perdona si hoy levanté
la voz”; “perdona si pasé sin saludar”; “perdona si llegué tarde”, “si esta
semana estuve muy silencioso”, etc.
Podemos decir muchos
“perdón” al día.
7. Vean el Matrimonio como una fiesta
El Matrimonio es una fiesta, una fiesta cristiana, no una fiesta mundana.
Lo que sucedió en Caná
hace dos mil años, sucede en realidad en cada fiesta de bodas: lo que hará
pleno y profundamente auténtico su Matrimonio será la presencia del Señor
que se revela y dona su gracia.
Es su presencia la que
ofrece el “vino bueno”, es Él el secreto de la alegría plena, la que calienta
verdaderamente el corazón.
Es la presencia de Jesús
en esa fiesta.
Que sea una hermosa
fiesta, pero con Jesús.
No con el espíritu del
mundo.
8. Trabajen juntos
El Matrimonio es también un trabajo de todos los días, podría decir un trabajo artesanal, un trabajo de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a su esposa y la esposa tiene la tarea de hacer más hombre a su marido.
Crecer también en humanidad, como hombre y como mujer.
Así, los hijos tendrán
esta herencia de haber tenido un papá y una mamá que crecieron juntos, haciéndose –el uno al otro–
más hombre y más mujer.
La casa se construye juntos, no solos, y construir significa favorecer y ayudar el crecimiento.
El miedo al “para siempre” se cura día a día, encomendándose al Señor Jesús en una vida que se convierte en un camino espiritual cotidiano, construido por pasos, pasos pequeños, pasos de crecimiento común, construido con el compromiso de llegar a ser mujeres y hombres maduros en la fe.
En este camino es importante y necesaria la oración, siempre.
Es necesario aprender a preguntar: ¿puedo hacer esto?, ¿te gusta si hacemos así, si tomamos esta iniciativa, si educamos así a los hijos?, ¿quieres que salgamos esta noche? En definitiva, pedir permiso significa saber entrar con cortesía en la vida de los demás.
Decir “gracias” parece fácil, pero sabemos que no es así.
En la vida cometemos muchos errores, muchas equivocaciones.
El Matrimonio es una fiesta, una fiesta cristiana, no una fiesta mundana.
El Matrimonio es también un trabajo de todos los días, podría decir un trabajo artesanal, un trabajo de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a su esposa y la esposa tiene la tarea de hacer más hombre a su marido.
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