Actúa con bondad y nunca te
apartes del Buen Dios.
Las derrotas dejan de ser
tales cuando aprendes algo y las penas se aligeran en una perspectiva de
infinito.
Con Dios en tu alma y con un amor
sincero puedes encender brasas dormidas, mirar hacia lo alto y cerrar viejas
heridas.
Todos somos seres
migratorios y “un día veremos que la muerte no puede robarnos nada de lo que
nuestra alma ganó”. Tagore.
Eres un ser de amor que comete errores y te conviene mirarlos como valiosas enseñanzas en
el camino espiritual.
Está bien que te responsabilices de tus actos negativos y enmiendes el
mal causado, pero hazlo
sin culparte, con una amorosa compasión.
Perdónate y perdona, descarga los pesos
que te hunden, y mírate a ti mismo y a los otros con humildad y con ternura.
Cuando la Biblia dice que fuimos hechos del barro nos recuerda nuestra fragilidad y nos invita a
ser humildes y amorosos.
Ese es el espacio del SER que da sentido al hacer y al tener, es la dimensión de las
esencias, no de las
apariencias.
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