Aunque
lo fundamental es que un empleo supla las necesidades económicas de las
personas, los aspectos relacionados con las emociones son esenciales para
garantizar su permanencia en las empresas.
Los de la generación “Y” no quieren repetir la historia
de sus padres, a quienes el trabajo los hizo sacrificar mucho tiempo con su
familia. “Quieren tener una vida más balanceada en la que haya espacio para
todo”.
Una investigación sobre lo que se busca actualmente en un
trabajo logró establecer que aunque se sigue viendo que el dinero es la
necesidad básica y la prioridad, quienes nacieron alrededor de la década de los
80 también esperan recibir de su empleo una compensación emocional.
“Dicha noción implica que a las personas se les puede
compensar no solo con dinero o en especie, sino satisfaciendo diferentes
necesidades, incluidas las emocionales”.
Según la investigación, la gente valora que no haya
normas tan estrictas en el trabajo, por ejemplo un horario flexible de entrada
y salida, la posibilidad de acogerse al teletrabajo, o la de vestir de manera
informal. “Todos estos aspectos dejan en manos del empleado la responsabilidad
de responder por la empresa, de la forma adecuada cuando le sea requerido”.
Así, el salario emocional sería el que trata de brindar a
los empleados beneficios no monetarios, que les hagan sentirse cómodos y creen
un valor adicional. Cosas que los hagan apegarse a su empresa y que la hacen
diferente de las demás, como servicios concretos o dotaciones materiales.
Dentro
del salario emocional es fundamental la familia y hay que ofrecer a los
empleados múltiples actividades que involucren a cónyuges e hijos en la vida
empresarial. Es importante que los familiares del empleado conozcan de cerca la
compañía.
Las empresas saben que en la actualidad hay que crear
organizaciones en las que los profesionales puedan utilizar y desarrollar sus
capacidades, en las que el talento no sea sistemáticamente desaprovechado ante
la indiferencia de todos.
El compromiso es el resultado de la alta calidad en la
relación y conexión del empleado con la compañía.
Se
debe asegurar un adecuado balance de vida personal y laboral, mantener una
buena comunicación, apoyar las metas personales y aspiraciones de los
empleados.
Pero ¿para qué le sirve a las empresas brindar un salario
emocional?
La respuesta es sencilla, este sueldo comprende todas las
razones que hacen que alguien trabaje contento, a gusto y con compromiso más
allá del dinero, algo que repercute en la productividad.
La gente que se siente apreciada posee una actitud
positiva, mayor confianza en sí misma y habilidad por contribuir y colaborar. Los que poseen la suficiente
autoestima, son potencialmente los mejores empleados.
Si se logra satisfacer de este modo a los empleados,
crearemos un entorno vital, agradable, motivador y enérgico para triunfar y
destacar en el mercado. Si
incorporamos el reconocimiento como base de la cultura de empresa, se asegurara
un clima laboral positivo y productivo.
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