Padre
amado tú me ayudas a ahuyentar los miedos y las dudas, tú me ayudas a confiar y
a esperar lo mejor.
Si de verdad vivo unido a ti, nunca se me
escapa la esperanza, y puedo imaginar y lograr incluso lo que llaman imposible.
Pregunta a una persona: “¿Tú crees firmemente en Dios?”. Lo más seguro es que te responda con un sí rotundo.
Entonces pregúntale: ¿Qué temores te acosan? Si es sincero te
nombrará varios.
Eso quiere decir que su primera respuesta no
tiene piso, porque creer y tener miedos son dos realidades opuestas.
Lo que
pasa es que lo que la gente llama fe es un autoengaño, ya que su fe es bastante
superficial.
Si tu
fe es profunda no hay espacio para los temores, ya que cuando la fe crece el
miedo desaparece.
Fe es una comunión de
amor con Dios tan real que con él te sientes seguro pase lo que pase. Cultiva
esa fe que destierra los miedos.
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