Ánimo, el día fluye como la rama del árbol que al doblarse
suelta la nieve que le pesa; de hecho se quiebra cuando es rígida.
El arte de vivir es
el arte de fluir, el arte de soltarse, ser flexibles y huir de posturas
rígidas.
Y una de ellas es esa que el pensador inglés Alan Watts
llama “la trampa de la dualidad”: ver la vida en blanco y negro.
No, la
vida es más amplia de lo que creen los fanáticos, los dogmáticos y los
moralistas.
Por eso aprende a fluir y
a ser elástico sin renunciar a los principios básicos de la vida.
Esos faros son muy pocos y se
confunden con el amor y la honestidad, no con una verdad que cada cual
defiende como suya.
El arte de fluir te
vuelve tolerante, te hace paciente y te abre al diálogo
y la adaptabilidad.
Si, porque la vida es como el placer de nadar, sólo lo disfrutan los que confían y
se sueltan
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