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SI QUIERES DORMIR MEJOR CUIDA LO QUE COMES

 

Un creciente grupo de investigaciones sugiere que los alimentos que consumes te pueden afectar al momento de dormir y tus patrones de sueño pueden afectar tus elecciones dietéticas.
 
Como la pandemia del coronavirus, las alteraciones escolares y laborales y una contenciosa temporada electoral contribuyeron a incontables noches en vela, los expertos en sueño han motivado a la gente para que adopte una variedad de medidas con el fin de superar el insomnio derivado del estrés.
 
Algunas de sus recomendaciones son hacer ejercicio regularmente, establecer una rutina nocturna para dormir y reducir el tiempo que se pasa frente a las pantallas y en redes sociales.
 
Sin embargo, es posible que muchas personas estén ignorando otro factor importante en la falta de sueño: la alimentación.
 
Un creciente número de investigaciones sugiere que los alimentos que comemos pueden afectar cuán bien dormimos y, a su vez, los patrones de sueño pueden afectar las decisiones que tomas sobre tu dieta.
 
Los investigadores han descubierto que una alimentación con altos contenidos de azúcar, grasas saturadas y carbohidratos procesados puede perturbar tus horas de sueño, mientras que comer más vegetales, fibra y alimentos ricos en grasas no saturadas —como nueces, aceite de oliva, pescado y aguacates— parece tener el efecto opuesto, pues ayuda a conciliar un sueño profundo.
 
Un ejemplo de régimen alimentario que podría ser óptimo para mejorar los patrones de sueño es la dieta mediterránea, la cual le da preferencia a alimentos como vegetales, frutas, nueces, semillas, legumbres, granos enteros, mariscos, carne blanca, yogur, hierbas y especias y aceite de oliva. Extensos estudios observacionales han revelado que las personas que siguen este tipo de régimen alimentario son menos propensas a padecer insomnio o dormir poco tiempo, aunque se necesita investigar más a fondo para confirmar la correlación.
 
Sin embargo, la relación entre una mala alimentación y la falta de sueño es una responsabilidad compartida: los científicos han descubierto que a medida que las personas duermen menos, experimentan cambios psicológicos que pueden alentarlas a recurrir a la comida chatarra. En los ensayos clínicos, los adultos sanos que solo tenían permitido dormir durante cuatro o cinco horas cada noche terminaban consumiendo más calorías y comiendo bocadillos con más frecuencia a lo largo del día. Sentían más hambre y preferían los alimentos dulces.
 
La conclusión es que la alimentación y el sueño están entrelazados. Mejorar uno puede ayudarte a mejorar el otro y viceversa.
 
“La mejor manera de abordar la salud es priorizar una dieta saludable y patrones saludables de sueño”, agregó. “Estas son dos conductas de salud muy importantes que pueden reforzarse entre sí”.


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