La
fe es un puente que te une con Dios, con los otros seres humanos y con el
universo.
Sin
fe eres frágil, te pierdes en una
dimensión nebulosa y sólo tienes un cúmulo de dudas.
Con fe eres intrépido, te das sin reservas, dominas los miedos y te levantas animoso cuando caes.
Tu
fe se agiganta cuando oras, cuando amas y
al lado de personas positivas y confiadas.
Irradiar tu fe a los pusilánimes y los desalentados es un gran regalo, más valioso que un don material.
No caigas en el juego de los inconformes y los que le buscan un pero a lo
mejor.
Sin alimentar fantasías, cree cada día más en ti y
tiende puentes de confianza por doquier.
Recuerda que “el que ha perdido la fe ya no tiene nada más que perder”.
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