Si
piensas que la vida te pasa a toda prisa, baja el ritmo con la ayuda de estos
útiles consejos.
Busca
el equilibrio.
El estrés se dispara cuando hay un desequilibrio entre
nuestras exigencias y nuestras posibilidades. Ante eso, podemos o bajar
nuestras expectativas -no pasa nada porque un día, por culpa del tráfico,
lleguemos tarde al trabajo- o bien
intentar organizarnos mejor- salir con más tiempo de casa-.
Separa
el grano de la paja.
Nuestra energía tanto mental como psíquica tiene un
límite. Distinguir prioridades de lo que es secundario te ayudará a dirigir
mejor todos tus esfuerzos y a adaptarte a los imprevistos. Adam J. Jackson,
autor de libros de salud y bienestar, sugiere una fórmula antiestrés que
consiste en "primero no preocuparse por las cosas pequeñas y Segundo
no recordar que casi todas las cosas en
esta vida son pequeñas".
Gana
eficacia.
Las personas estresadas tienden a dispersarse y a
frustrarse con mayor facilidad. Si a pesar de organizarte bien, tienes que
hacer juegos malabares para llegar a todo (en el trabajo, en casa...), pide
ayuda.
¿De verdad tienes tanta prisa? Muchas veces, nos
aceleramos por pura inercia no por
necesidad. Antes de echar a correr para coger el metro que oyes acercarse,
piensa si, realmente, te va de esos pocos minutos que tardará en llegar el
próximo. El escritor austriaco Karl Kraus decía
que "la
velocidad no sirve de nada si te deja el cerebro por el camino".
Cambia
el chip.
Busca recursos que te ayuden a dejar los problemas del
trabajo en la puerta de tu casa. Ponerte ropa cómoda o darte una ducha de agua caliente ayuda
tanto como crear un ambiente acogedor -poner música, encender velas, etc.-
Disfruta
tu tiempo.
Nuestra obsesión de mantenernos activos, incluso en el
fin de semana nos hace llenar la agenda de actividades que,
a veces, ni somos capaces de disfrutar. La mejor terapia: dedicar parte
de nuestro tiempo a algo que nos apasione, sin buscar más provecho o
rendimiento que el placer que nos da.
Apaga
la alarma.
Recuerda, además que no
nos sentimos mal porque estamos estresados, sino que estamos estresados
porque el ajetreo de la vida que
llevamos nos hace sentir mal. Si abordas las causas, pronto te sentirás más realizado/a y
satisfecho/a.
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