La vida
es como escalar una escarpada montaña, es
exigente, pero lograrlo depara una felicidad
total.
Cada persona tiene su propio Everest, sus retos para pulirse y evolucionar espiritualmente.
Para nadie la vida es fácil y son los obstáculos los que le dan valor y sentido a la aventura de vivir.
Por eso fallan tanto los padres protectores que pretenden evitarles todos los dolores a sus mimados hijos.
Sin percibirlo crían hijos debiluchos, exigentes, llenos de miedos e incapaces de superar las crisis, En lugar de proteger, lo que deben hacer los padres es actuar como sabios entrenadores.
En otras palabras, educar con amor y disciplina, con normas y elogios, valorando el esfuerzo y el logro.
¿Cómo estás en tu escalada? Avanza firme y no sucumbas; confía, persevera y llegarás a la cumbre.
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