No
existe un día más hermoso que el día de hoy. La suma de muchísimos ayeres,
forma mi pasado. Mi pasado se compone de recuerdos alegres y tristes.
Algunos están fotografiados y ahora son cartulinas donde
me veo pequeño, donde mis padres siguen siendo jovenes, donde mi ciudad parece
otra.
El
día de ayer pudo haber sido un hermoso día, pero no puedo avanzar mirando
constantemente hacia atrás, corro el riesgo de no ver los rostros de los que
marchan a mi lado. Puede ser que el día de mañana amanezca aún más
hermoso, pero no puedo avanzar mirando sólo el horizonte, corro el riesgo de no
ver el paisaje que se abre a mi alrededor.
Por
eso, yo prefiero el día de hoy. Me gusta pisarlo con fuerza, gozar su sol o
estremecerme con su frío, sentir cómo cada instante dice: ¡presente!! Sé
que es muy breve, que pronto pasará, que no voy a poder modificarlo luego, ni
pasarlo en limpio.
Como tampoco puedo planificar demasiado el día de mañana:
es un lugar que todavía no
existe. Ayer fui. Mañana, seré. Hoy, soy.
Por eso: Hoy te digo que te quiero. Hoy te escucho. Hoy te pido disculpas por
mis errores. Hoy te ayudo. Hoy comparto lo que tengo. Hoy me separo de
ti sin guardarme ninguna palabra para mañana. Porque hoy respiro, veo, pienso, oigo, sufro, huelo,
lloro, trabajo, toco, río, amo... Hoy... Hoy estoy vivo.
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