Cuentan
una historia árabe que una vez un hombre caminaba por la playa en una noche de
luna llena mientras pensaba:
Si tuviera un auto nuevo, sería feliz.
Si tuviera una casa grande, sería feliz.
Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz.
Si tuviera una pareja perfecta, sería feliz.
En su caminar tropezó con una bolsita llena de
piedras y empezó a tirarlas una por una al mar cada vez que decía: “Sería feliz si tuviera…”.
Así lo hizo hasta que solamente quedaba una piedrita en la bolsa,
la cual guardó en uno de sus bolsillos.
Al llegar a su casa buscó en la bolsa y, ¡oh
sorpresa!, se dio cuenta
de que la piedrita era un diamante muy valioso.
Bien, piensa un rato e imagina cuantos diamantes has arrojado
al mar sin detenerte y apreciarlos.
En los afanes y en la inconsciencia es común no apreciar y
agradecer tantos regalos que valen más que un diamante.
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