Dios
mío, gracias por aquellas personas que con su amor llaman a otros para que
vuelvan a la vida.
Es un milagro rescatar a aquellos que han perdido toda esperanza y tienen muerta el alma.
Todos en algún recodo del camino sentimos ese desespero que ronda muy cerca y sólo vemos sombras amenazantes.
Los emisarios de la fatalidad nos visitan y
no tenemos ganas de nada, sólo de vegetar o morir.
Entonces aparecen los ángeles en cuerpo
humano y alguien nos rescata de la fosa con su amor.
Sentimos
que vale la pena seguir gracias a una palabra sabia y un gesto cálido y
afectuoso.
Cuando uno se empeña en morir, Dios le pone al lado seres de luz que le apuestan a la vida. Gracias por ellos.
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